Ten. nav. Owen Crippa junto al Aermacchi MB339, Malvinas |
Owen Crippa nació en Sarmiento en plena pampa gringa, el 27
de Enero de 1951. Curso estudio secundarios en el colegio nacional Simon de
Iriondo de Santa Fe.
Tras graduarse como guardiamarina en la Escuela Naval
Militar se convirtió en piloto naval y en 1981 fue destinado a la primera
escuadrilla de caza y ataque de Punta Indio.
Teniente de navio Owen Crippa VGM |
Después de varios intentos, consigue el traslado a la
escuadrilla de Aermacchi, para poder participar del conflicto.
El comportamiento, ánimo y entrega de mi gente en combate
fueron inefables. Sin el esfuerzo, dedicación y profesionalismo de esos
suboficiales los pilotos simplemente no podríamos volar.
Ni bien llegamos a Malvinas, en un Fokker F-28 de la
aviación naval- que también burlaron el bloqueo británico durante todo el
conflicto- al igual que los Hércules de la FAA.
Al día siguiente me presente a mis superiores y fuimos a
reconocer la pista. El panorama era desolador.
La pista con cráteres y
escombros. Esquirlas, herramientas, municiones desparramadas por el barro. Los
aviones fuera de la pista sobre planchas de aluminio para que no se enterrasen
debían ser reparados.
Comenzamos a ordenar todo.
En una de las cuevas construidas con bolsas, con tierra y
planchas de aluminio para una pista que nunca se armó, había municiones y
raciones de combate. La otra funciono como nuestra “ central de operaciones”.
Eran húmedas y estrechas, y afuera se improvisó una estufa con un tambor de 200
litros al cual nos acercábamos para “entrar en calor” cuando el frío se hacía
insoportable. Cerca estaba el mar.
El encuentro con la flota británica en San Carlos
Al amanecer del 21 de mayo nos ordenaron despegar para
apoyar al teniente Esteban con su sección del regimiento de infantería que
resistía un desembarco ingles en San Carlos.
En nuestro comando la actividad era febril. Al darme
instrucciones, mis superiores me informaron que los ingleses habían superado la
posición de Esteban, que no había caído
prisionero, que se retiraba combatiendo y su situación era crítica. Además que
el Endurance y dos buques más estaban en el estrecho y que debía salir con mis
aviones artillados con cohetes y cañones para repeler ataques de helicópteros.
Pedí bombas pues preveía enfrentamientos con buques, me dijeron que no.
Mi numeral, el Tte. Tallarico, estaba muy excitado y ya
quería salir a la pista. Lo calme y le hice entender que era muy importante
preparar la navegación y además contar con información de último momento antes
de iniciar la misión.
Al llegar a la pista encontramos una rueda desinflada y un
bombardeo había destruido el regulador
de presión, por lo que había que inflar directamente del cilindro de
aire comprimido, y si este estallaba, podía matar al mecánico, pese a lo cual
el Cabo Principal Reyes se ofreció a intentarlo. Me dispuse a ayudarlo cuando
llego la orden de despegue inmediato, había que ir al frente y dar información
de la situación.
Por doctrina no se contempla la operación de un solo avión
en misiones de combate. La minima unidad son dos. Decidí salir solo; enojado
porque no me dejaron portar bombas. No se porque, quería ir.
Trepe al único aparato en servicio, puse en marcha, probé
sistemas, despegue y comencé a navegar según lo planificado. No me pude
comunicar con el operador de la torre de control pero si con el radar y con el
me mantuve en contacto. Los problemas de comunicaciones eran normales. Deje
atrás puerto argentino, pase en vuelo rasante lateral monte Kent y próximo a
Rincón del Zaino pude ver los primeros indicios de combate; helicópteros
ardiendo e infantería dispersa buscando refugio. El operador de radar me
informo que a partir de monte Kent podía atacar cualquier helicóptero porque no
había ninguno propio en el sector pero no confíe en esta información pues no
tenía modo de determinar si se trataba de ingleses o argentinos, así que continúe hacia San Carlos sobre los
restos humeantes de los combates.
El día era diáfano, salvo alguna formación de niebla que me
hizo variar el derrotero previsto. El paisaje era bucólico, sol, aire calmo,
gavietas. Resultaba imposible pensar que en ese lugar se estuviese
desarrollando una guerra.
Apareció una silueta que parecía un buque. Navegue hacia
ella hasta que determine que era la Roca Remolinos.
Luego salí hacia el mar buscando buques ingleses. No había
ninguno. No entendía nada. Si a pocos kilómetros se estaba desarrollando una
operación de desembarco anfibio como no iba a haber buques de apoyo.
Tras pasar Middle Bay y Punta Race aviste los primeros
recostados sobre la margen oeste del estrecho San Carlos. El altímetro marcaba
600 pies . Seguí pegado a la ladera viendo sin ser visto. Quería llegar hasta
San Carlos para observar exactamente que pasaba ahí.
Frente a mi apareció un helicóptero sea Linx “colgado”
probablemente en misión de DAT (detección aérea temprana). Como no me vieron,
lo puse en la mira. De repente a mi izquierda y al separarme de la cadena
montañosa vi. gran cantidad de buques y la actividad de una gran maniobra de
desembarco anfibio. No dude, era mucho más redituable atacar un buque que un
helicóptero. Gire muy bruscamente hacia mi izquierda. La inercia me llevo a muy
pocos metros del helicóptero. vi. el gesto de desesperación del piloto inglés.
La panza de mi avión sobre su cara. Puso violentamente paso colectivo para
“plancharse” sobre el mar. Sonreí pensando que no era su día. Dios lo había
salvado. Yo tenía otros objetivos más apetecibles.
Enfile hacia el primer buque. Había practicado para usar una
misma corrección de mira para disparar cañones y cohetes. No había tiempo en
combate para corregirla. Apreté el disparador de los cañones de 30 mm y nada.
–que lastima,- me dije. Haber llegado hasta aquí y que me falle el armamento.
Revise el sistema de armas y la “perilla maestra” no estaba
conectada.
Corregí el grave error y comencé a disparar sobre la
infraestructura del buque. Observaba los impactos sobre los emplazamientos de
artillería y sobre la arboladura tratando de afectar su sistema de radar. Muy
próximo a la nave se me trabo mi cañón izquierdo, alcance a disparar mis 8
cohetes zunni de 5 pulgadas y pase rasante sobre su arboladura.
Tenía tiempo para observar todo como en una película en
cámara lenta.
Rodeado de buques, evalúe la situación. Si retornaba por
donde había entrado me expondría a sus disparos pero si me escapaba entre ellos
los expondría a su propio fuego. Fue lo que hice. Me planche sobre el agua y
comencé a zigzaguear entre ellos hacia el refugio de una península próxima al
frigorífico. Un buque a mi izquierda comenzó a dispararme. Entre los fogonazos
distinguí uno típico de misil. Realice una maniobra evasiva. Mantenía todo el
tiempo mi mano izquierda sobre la manija del asiento eyectable. Rece y continúe
tratando de escapar de ese infierno.
Cuando sortee Punta Chancho creyéndome a salvo tierra por
medio con mis atacantes, ¡sorpresa! había más buques en esa posición. Salte de
un lado a otro viendo los impactos de artillería debajo de mí y recién me sentí
más tranquilo al pasar la bahía de Ruiz
Puente y volar sobre tierra firme.
En pocos minutos vi y pensé tantas cosas que me parecieron
un siglo. No podía creer lo que había visto. Si decía “había muchos buques”
nadie estimaría lo que realmente era, así que volví para hacer un croquis de la
ubicación de todas las unidades navales en mi anotador de rodilla orbitando a
cierta distancia de la flota.
Luego escape hacia la zona de Puerto Darwin aunque era
peligroso. Si era confundido con un enemigo podría derribarme la artillería
propia como ya había sucedido, así que volé rasante suponiendo que les
resultaría difícil dispararme si me detectaban y confundían.
Como no tenía contacto radial con puerto argentino salí
nuevamente hacia el mar y allí si tuve contacto con el radar, quién sin verme
en su pantalla me guío de regreso. Adopte rumbo 060 según indicaciones de
control hasta observar el faro, reduje potencia, saque freno aerodinámico, baje
tren de aterrizaje y tome pista.
Me alegro volver. Ordene revisar el avión y no pude creer
que no hubiera recibido un solo impacto. Estaba en perfectas condiciones. Pedí
que lo recargaran lo cual no fue posible pues las herramientas habían sido
destruidas durante un ataque inglés.
Mientras seguíamos en “alerta roja” ya que los Harriers nos
sobrevolaban fui al comando a informar. Según mi estimación había 12 buques
ingleses entre fragatas, destructores y
naves de apoyo. Inmediatamente de pasado mi informe comenzaron a producirse las
oleadas de A-4Q, Miragge y Dagger desde el continente comenzando así el periodo
más negro de la task force.
Se puede decir con certeza que los comandantes argentinos
cometieron el error estratégico de ingenuidad política u opinar que fallaron
tácticamente al no atacar primero y en forma masiva a la logística británica,
pero desde el punto de vista estrictamente profesional en lo que a nuestros
pilotos de combate se refiere, tanto de fuerza aérea como de aviación naval,
basta con remitirse a Sun Tzu: “si quieres saber cómo te fue en la guerra,
pregunta a tu enemigo”.
“creo que los pilotos argentinos están demostrando una
enorme bravura. Sería tonto de mi parte
no reconocerlo.” (John Nott, ministro de defensa británico al parlamento)
“los pilotos argentinos fueron muy valientes. Me dieron
muchos dolores de cabeza, pero igual los admiro….los veíamos aparecer al ras
del agua. Jamás hubiéramos imaginado eso”. (Almirante John Foster Woodward).
“las tripulaciones aplauden la bravura de los pilotos
argentinos” (The Guardian, Londres, 25 de mayo de 1982, primera plana).
“Los pilotos argentinos se ganan el corazón de sus
compatriotas y la admiración de sus enemigos” (The Miami Herald. 27 de mayo de
1982).
El teniente de navio Owen Crippa, por su arrojo y entrega a la patria, fue condercorado con la Cruz de la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate.
El teniente de navio Owen Crippa, por su arrojo y entrega a la patria, fue condercorado con la Cruz de la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate.
Qe huevos tuvo esta gente!! David contra Goliat y le hicimos cosquillas fuerte
ResponderBorrarHonra para los heroes de Malvinas
ResponderBorrarTodos los argentinos, debemos a los combatientes de Malvinas, un gran homenaje.
ResponderBorrarUna pomposa ceremonia militar, como jamás se haya hecho en nuestro país, para reconocer el valor y la abnegación de ese grupo de compatriotas, que se enfrentó a una poderosa fuerza extranjera, para defender nuestro territorio, aún a costa de perder la vida.
Ninguna medalla es suficiente cuando se arriesgó la vida en defensa de la patria. Cuanto ejemplo a la clase politica que nos gobierna.
ResponderBorrartal ves tomen ofencivo mi comentario..pero mi gran homenaje a estos heroes es prometerles que algun dia volveremos y ese dia espero estar.para jurar gloria oh morir carajo!!por que asi como ellos se estan preparando nosotros tambien en silencio.en plato frio le vamos a servir le venganza.corremos con ventaja auque muchos no lo crean miedo es lo que les sembramos.
ResponderBorrarDon Guillermo lo conoci tambien en punta indio cuando era TN pilotazo
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