Los primeros
ataques de la Fuerza Aérea Argentina del 25 de mayo de 1982
Primeros ataques
Dado que en días
anteriores se había observado que las primeras escuadrillas en atacar no
encontraban oposición de PAC enemigas, se decidió lanzar al alba (en vuelo
nocturno) la primera, con el sistema A-4 Skyhawk y sin oficial de control aéreo
táctico, a fin de que ese avión, en vuelo alto, no alertara al enemigo de la
aproximación del ataque.
Así salieron:
Así salieron:
07:28 hs desde Río Gallegos despegó el
reabastecedor Hercules KC-130, indicativo "París".
Cuatro A-4B
Skyhawk, indicativo "Marte", armados con una bomba MK-17 de 1.000
lbs. Tripulación: Capitán. Hugo Palaver (C-244), Ten Daniel Gálvez (C-250), Ten
Vicente Autiero (C-221), Alf Hugo Gómez (C-209).
Los A-4B Skyhawk son armados con una bomba Mk-17 de quinientos kilos retardada por paracaídas pendiendo del vientre de cada avión, con las cintas rojas prendidas a las espoletas. Los cañones repletos de munición y los tanques de combustibles colmados.
La bronca se transmite a los mecánicos que reciben al C-221 que ha retornado, y furiosos se ponen a trabajar en el desperfecto. Los dos pilotos retornan a la sala de pre vuelo donde ya son varios los que se agolpan a escuchar por radio la evolución de los que siguen en vuelo. Palmadas en la espalda y palabras de consuelo surgen de inmediato.
Las nueve y diez marca el reloj. Es la hora estimada de arribo y no encuentran la bahía. Vuelven al punto inicial en Roca Negra a sabiendas de que están consumiendo más combustible del previsto. Rumbo 1-8-0, al cabo de un tiempo que parece eterno divisan el Estrecho de San Carlos y en él ven un enorme buque blanco que se destaca en el fondo oscuro del agua. Se preparan para el ataque, alistan el panel de armamento, máxima potencia y pegados al agua se aproximan. La mente trabaja rápida calculando el momento de lanzar, el sudor corre como un río helado desde la sien y la nuca bajando hasta empapar el cuello.
El escape con rumbo al estrecho y a máxima potencia. A
Palaver lo preocupa cada vez más lo escaso de su combustible, pero no hay
alternativa, hay que seguir hacia el oeste, de vuelta a casa.
El Ten Gálvez arribó a Río Gallegos a las 11:00 hs.
Los A-4B Skyhawk son armados con una bomba Mk-17 de quinientos kilos retardada por paracaídas pendiendo del vientre de cada avión, con las cintas rojas prendidas a las espoletas. Los cañones repletos de munición y los tanques de combustibles colmados.
Al llegar junto a los refugios los hombres saltan del
vehículo, despidiendo con una palmada al soldado que devuelve un "No deje
una en pie señor" al Capitán Palaver.
Al fondo se escuchan los inconfundibles motores de un
Hércules que comienza el decolaje, es París que sale para anticiparse a los
Marte y ponerse en espera para el reabastecimiento.
Último chocar de manos y algún abrazo fraternal entre los
cuatro que ya se separan, caminando cada uno a su máquina. El Teniente Autiero
llega a su C-221 mientras le pregunta al mecánico como anda. El Alférez Gómez
está caminando en torno al C-209 ayudándose con la linterna para ver que todo
esté en orden. El Teniente Gálvez se agacha pasando bajo el vientre del C-250 y
retira la cinta roja con la leyenda "Remove before flight" dejando
viva a la bomba que asegura. El Capitán Palaver pone un pie en la escalerilla y
mira una vez más al cielo antes de trepar respirando hondo el aire frío.
Escucha al mecánico exclamar a sus espaldas "Viva la
Patria Jefe" y el "Viva" de respuesta se lo lleva el viento del
oeste, como queriendo dar el mensaje al enemigo que espera alerta al otro lado
del mar.
Luego de la puesta en marcha y tras regular el régimen de
las turbinas, uno a uno desfilan rodando por la plataforma, mientras aquel
puñado de mecánicos los despiden con su ya conocida bandera que trepida al
viento.
A las 08:00 las cuatro siluetas se hunden en la noche,
ascendiendo hacia el nivel de crucero. Las dos secciones vuelan por separado y
no tienen visual entre sí. A los 25 minutos el Teniente Autiero acusa una falla
y se ve obligado a retornar, el numeral 4 (Alférez Gómez) duda un instante ya
que no sabe dónde están el 1 y el 2, corre el riesgo de no alcanzarlos en el
reabastecedor y estos no pueden esperarlo consumiendo valiosos minutos de
combustible. Luego inicia el viraje para retornar a Gallegos detrás de su jefe
de sección.
La bronca se transmite a los mecánicos que reciben al C-221 que ha retornado, y furiosos se ponen a trabajar en el desperfecto. Los dos pilotos retornan a la sala de pre vuelo donde ya son varios los que se agolpan a escuchar por radio la evolución de los que siguen en vuelo. Palmadas en la espalda y palabras de consuelo surgen de inmediato.
"Ya está no te calentés, que le vas hacer... Dame el
antiexposición que yo salgo en un rato."
Palaver y Gálvez siguen adelante. Alcanzan al Hércules y
logran empupar con sus lanzas de reabastecimiento a las mangueras que oscilan
en el aire. Atenta mirada al liquidómetro que va marcando el llenado de los
tanques y al finalizar se desprenden y siguen adelante.
Sólo un tripulante de Hércules sabe lo angustioso que puede
ser ver esas siluetas perderse hacia el naciente, es una sensación de
sobrecogimiento y de profunda humildad.
"Que chiquitos que se ven ¿no señor?"
"Hasta la vuelta hermanos"
Es hora de bajar y los Marte inclinan sus morros pinchando
la capa de stratus hasta alcanzar los mil pies, confiando a muerte en la
indicación de sus altímetros ya que está brumoso y la visibilidad es cero.
Las nueve y diez marca el reloj. Es la hora estimada de arribo y no encuentran la bahía. Vuelven al punto inicial en Roca Negra a sabiendas de que están consumiendo más combustible del previsto. Rumbo 1-8-0, al cabo de un tiempo que parece eterno divisan el Estrecho de San Carlos y en él ven un enorme buque blanco que se destaca en el fondo oscuro del agua. Se preparan para el ataque, alistan el panel de armamento, máxima potencia y pegados al agua se aproximan. La mente trabaja rápida calculando el momento de lanzar, el sudor corre como un río helado desde la sien y la nuca bajando hasta empapar el cuello.
"Cruces rojas... ¡Guarda Jefe cruces rojas!"
A bordo del Uganda los que están de guardia en cubierta
aprietan los dientes esperando los impactos. Los dos Halcones amenazantes se
deslizan sigilosos con un viraje amplio por derecha en busca de Puerto San
Carlos y dejando atrás al afortunado Elefante Blanco.
Siguiendo el contorno de la costa divisan unas construcciones
recostadas en una caleta bastante amplia.
Ahora si hay blanco, verificar otra vez el panel de
armamento, la altura, la velocidad, vistazo al indicador de combustible que
sigue bajando, listos...
La artillería antiaérea abre fuego sobre los atacantes. Los
pilotos de Pucará y artilleros de Goose Green no pueden dar crédito a sus ojos,
han identificado las siluetas de los Skyhawk que se le vienen encima y les
gritan desesperados entre insultos de impotencia.
"¡Mierda, es Darwin!" Gritó Gálvez alertando a su
líder del error. Viraron por derecha y se alejaron para alivio de los que están
en tierra.
Los nervios aumentan y se hacen difíciles de controlar, dos
pifies y el tiempo sigue pasando y el combustible se sigue agotando... ¡Y dónde
está San Carlos!
Divisan un buque color verde y casco negro, lo que, sumado
al fuego antiaéreo, les hace pensar que no se han equivocado. Palaver abre
fuego con cañones y lanza su bomba al buque mientras Gálvez hace lo propio
sobre las instalaciones del establecimiento.
De der a izq. Cap Palaver y Alférez Vázquez + 08.06.82 |
Sobrevuelan la Isla Elefante Marino a cinco mil pies, solos
en medio de la inmensidad. El indicador de Palaver marca cero (sus tanques
habían sido perforados durante el ataque), en cualquier momento la turbina
dejará de entregar potencia, ahogada por la falta de combustible. Palaver
quiebra el silencio de radio e informa a su numeral de lo que ocurre.
"Me marca cero así que voy a eyectar, fijáte y anotá mi
posición"
"Ok Jefe, suerte"
El Skyhawk de Palaver rompe la formación y comienza a
ascender en busca de más altura para asegurar la eyección.
El Destructor HMS Coventry, que navega junto a la fragata
HMS Broadsword, al norte de la Gran Malvina, entra en estado de conmoción
cuando el operador de radar avisa tener un eco en el lóbulo. Un oficial se
acerca a la pantalla y luego de verificar lo que acaba de oír pide confirmación
para no atacar aviones propios. Negativo, no hay PAC en la zona.
De la proa del Coventry brota una nube blanca que la
envuelve y de ella surgen las estelas de sendos misiles Sea Dart que ascienden
a gran velocidad.
Palaver revisa los correajes que lo unen a la balsa
inflable, el equipo de supervivencia, la pistola de señales. Mira el reloj una
vez más, las 09:10, entonces respira profundo por la mascarilla. Suelta los
comandos para llevar las manos a la manija de eyección sobre su cabeza.
Debajo, las islas parcialmente veladas por el manto de nubes
bajas, entre cuyos cúmulos los rayos del sol juguetean y realzan su brillo,
encima de todo la inmensa bóveda azul. ¡Que extrañamente pacífico que es todo
esto!
Gálvez lo está viendo, y ve sin poder creer como las dos
estelas blancas marcan el trayecto hacia su jefe de escuadrilla, un resplandor,
una nube negra que lanza despojos incendiados que se arremolinan en su caída al
mar.
A bordo de la Coventry, el compás de espera se quiebra
cuando el operador de radar confirma que el eco se diluye con cada barrido de
la antena, hasta desaparecer por completo. ( El infame destructor británico HMS Coventry sería hundido, el mismo día patrio el 25 de mayo de 1982, horas más tardes por un ataque de la Fuerza Aérea Argentina )
El Ten Gálvez arribó a Río Gallegos a las 11:00 hs.
Despegan IAI
Dagger del G6C
Cuatro M-5
Dagger, indicativos "Rango" y "Bingo". Tripulación
"Rango": Capitán. Carlos Rohde (C-418), Capitán. Roberto Jannet
(C-431). Tripulación "Bingo": Capitán. Amílcar Cimatti (C-436),
Capitán Carlos Moreno (C-435). Misión: Búsqueda de un radar inglés en las islas
de Beaucheme. Despegaron, por secciones, de Río Grande a las 10:00 y 10:20
respectivamente. Cada sección debía ser guiada por un Lear Jet LR-35A.
Despega un Lear
Jet del Escuadrón Fenix para guiar el ataque de los Dagger
El Lear matrícula
T-23, que despegó de Río Grande a las 10:15, tripulado por los capitanes
Nicolás Benza y Jacinto Despierre y el Cabo 1º Juan Mothe como mecánico; guió
hasta cien millas de las islas Beaucheme a la sección del Capitán Jannet.
Regresó a Río Grande a las 12:05.
El vuelo de ambas
secciones de M-5 comenzó en condiciones por instrumentos, pero en el objetivo
estaba claro ilimitado. A la vista de las islas, la sección “Rango” exploró la
zona asignada, sin observar instalaciones de radar ni buques, por lo que
regresó, en vuelo rasante, arribando a Río Grande a las 12:00. La sección
"Bingo" realizó navegación sin acompañamiento del Lear, por fallas.
Una vez que visualizaron las islas, el Capitán Cimatti ordenó acelerar a 500
nudos. Ordenó tirar con cañones sobre la Punta Belgrano sin observar tiro de
artillería; salieron patrullando bahía San Felipe e isla de los Pájaros.
Regresaron a Río Grande a las 12:20.
Despega un HS-125 del Escuadrón Fenix
HS-125, matrícula
LV-ALW. Indicativo: "Rayo", en tareas de OCAT (Vicecomodoro Torres y
Mayor Medina). Tripulación: Teniente Poggi, Alférez Mariani, SP Acosta, en 52º
00' S / 64º 30' O. Despegó de Comodoro Rivadavia a las 10:22. Arribó a las
14:55.
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