Despliegue a Darwin
S. P. Piaggi —Después de unos días en la BAM Malvinas nos
trasladamos a Darwin a preparar una pista de alternativa, que luego pasó a ser
la pista principal. Ahí ya habían desplegado elementos del RI 25 del Ejército y
habían denominado el lugar Helipuerto Santiago; cuando llegó nuestro escuadrón
eso se transformó en la BAM Cóndor.
1 de Mayo. El Ataque a la BAM Cóndor
1 de Mayo. El Ataque a la BAM Cóndor
Com. (R) Navarro —A las 01:30 el Brig. Castellanos nos
comunicó por radio que buques de la Fuerza de Tareas Británica se encontraban a
menos de 150 NM y que podíamos ser atacados en cualquier momento.
Vcom. Sassone —A las 04:00 nos levantaron; los ingleses
habían atacado la BAM Malvinas y se suponía que el segundo intento sería allí.
Era lógico; los ingleses atacaron Puerto Argentino para destruir la pista pero
también buscando destruir los Pucará. Estábamos seguros de que ellos sabían que
estaban ahí.
Vcom. Cruzado —El terreno no ofrecía ninguna posibilidad de
ocultar los aviones; la única forma de protegerlos era la movilidad: cambiarlos
de lugar constantemente.
S. P. Piaggi —De pronto vimos en rasante sobre nosotros a
los Harrier; ya habían soltado las bombas. Después la confusión: las
explosiones, los gritos, el fuego, el humo. Y de pronto me encuentro en medio
de incendios. El A-527, alcanzado por las beluga, estaba en llamas; estallaban
los cohetes, se eyectaron solos los asientos y la munición se disparaba. Yo
estaba herido; me arrastré como pude fuera de los incendios; al cabo de media
hora fui rescatado por un grupo de soldados al mando del Ten. Rozas. Me
llevaron a un sector en donde habían reunido a todos los heridos. Poco después
aterrizó un Chinook para evacuarnos al hospital de Puerto Argentino, donde me
extrajeron de la espalda y ambas piernas, cincuenta y tres esquirlas de beluga.
Permanecí ocho días allí y después me evacuaron al hospital reubicable en C.
Rivadavia.
Vcom. Cruzado —Yo estaba en medio de la pista con un
compañero cuando alguien gritó ¡Harrier!... y ya estuvieron encima nuestro. Nos
tiramos cuerpo a tierra. Fue una sorpresa total; la artillería no tuvo tiempo
de reaccionar, pese a que unos minutos antes habían hecho prácticas de fuego.
Yo estaba a menos de cuarenta metros del avión del Ten. Jukic cuando fue
alcanzado por una beluga. Un golpe muy duro para el escuadrón. Después uno se
preguntaba: ¡La pucha!... Si así empieza esto... ¿Cómo va a terminar?
Ten. Jukic muerto en el ataque de Sea Harriers mientras
se hallaba en pista a bordo de su avión con su personal
|
Com. Vilas —Al avión de Grunert se le rompió la rueda de
nariz en la carrera de despegue y quedó clavado en el eje de la pista. salgo
corriendo hacia el avión; es compañero mío; íntimos amigos... como un hermano;
un hombre con el que estuvimos toda la vida juntos. Cuando llego al avión lo
veo inclinado hacia adelante, atontado. Cuando un piloto tiene un accidente de esas
características corre el riesgo de golpear con la frente en la mira y morir;
cuando empiezo a sacarlo de la cabina Grunert reacciona. Es en ese momento que
aparecen los Harrier; nos estamos alejando del avión cuando vemos que se
desprenden las bombas; nos echamos cuerpo a tierra. Las bombas cayeron atrás y
adelante pero salimos ilesos.
S. Ay. Rodríguez —Ingresábamos a una de las carpas que
teníamos en la pista para retirar auriculares con mi encargado, el S.P.
Carrizo. En ese momento nos atacaron. No vi los aviones pero de pronto cayeron
las bombas y las esquirlas de las belugas, las bombas que tiraron los Harrier,
barrieron la carpa.Quedamos heridas cuatro personas; salí de la carpa, sin
darme cuenta de que estaba herido, y empecé a ayudar a los
otros. Los fui dejando en un pozo de zorro donde estaban suministrando primeros auxilios.
Encontré otro herido, el cabo Izaguirre, compañero mío. Estaba al lado del
fuego muy próximo a un termo de oxígeno en medio de las llamas. Además de la
munición que explotaba en el avión incendiado, empezó a estallar una carga de
cohetes que se encontraba en un carretón. El bombardeo de los últimos dos
Harrier sobre la pista cayó entre el avión del Ten. Jukic y las carpas, donde
estaba la mayoría del personal, que en ese preciso momento procedían a cargar
el armamento de los Pucará que debían despegar.
Luego del ataque un IA-58 Pucará es removido y se avería el tren de aterrizaje de naríz al intentar acomodarlo |
Una BL-755, un Pucará, caseta MET y torre de vuelo |
S. Ay. Marquez —Ese día había recibido la orden del Jefe de
Servicios de retirar elementos del depósito. Y es en ese momento en que se
produce el ataque de Sea Harrier a la BAM Cóndor. Cuando nos acercamos después
del bombardeo vimos que todo era un caos. Los medios que empleamos para
combatir el incendio fueron improvisados: por ejemplo la onda expansiva había
reventado las cuatro cubiertas de un vehículo que pudimos haber empleado para
evacuar los materiales inflamables y explosivos.
El GADA 601 derriba un Sea Harrier
El 4 de mayo a las 13:45 hs, se detectaron tres ecos en la
pantalla del radar. Se hicieron todas las comunicaciones pertinentes. El Subtte
Braghini con su operador de pantalla del radar, el Cabo Primero Ferreyra
permitieron la aproximación de los tres Harrier hasta una distancia de 5 Km.
sin “adquirirlos”, de esta manera el enemigo no cuenta con una adquisición
temprana y no puede lanzar un misil antirradar. En el monitor de TV apareció la
imagen del Harrier aproximándose a gran velocidad en vuelo rasante. Braghini
disparó la primer ráfaga, pero ésta dio en tierra, delante de la aeronave.
Los proyectiles explotaron delante de la trompa del aparato y éste se alejó
inmediatamente haciendo maniobras evasivas en zig-zag. El Subteniente esperó a
que el aparato se estabilizara y oprimió nuevamente el pulsador de fuego. La
ráfaga lo tomó de lleno, provocó probablemente el estallido de sus depósitos de
combustible y produjo el desprendimiento completo de su plano izquierdo.
Envuelto en llamas, el Harrier, perdió horizontabilidad, levantó su trompa en
forma exagerada, giró sobre su eje longitudinal y se precipitó a tierra. En el
primer impacto el piloto fue despedido de su cabina junto con el asiento
eyectable. Su paracaídas se abrió y quedó enredado en una alambrada.
Los restos del avión convertidos en una bola de fuego, se elevaron nuevamente, pasaron sobre unas posiciones de infantería, produciendo quemaduras a dos soldados, y finalmente quedaron desperdigados sobre la cabecera de la pista (aeródromo de Darwin). Más tarde se encontró, aún sujeto a su asiento, el cadáver de su piloto, Teniente Nick Taylor de la Royal Navy. El Sea Harrier tenía la matrícula XZ – 450 y pertenecía al escuadrón 800.
Los restos del avión convertidos en una bola de fuego, se elevaron nuevamente, pasaron sobre unas posiciones de infantería, produciendo quemaduras a dos soldados, y finalmente quedaron desperdigados sobre la cabecera de la pista (aeródromo de Darwin). Más tarde se encontró, aún sujeto a su asiento, el cadáver de su piloto, Teniente Nick Taylor de la Royal Navy. El Sea Harrier tenía la matrícula XZ – 450 y pertenecía al escuadrón 800.
Este fue un día de festejo, pues se había rechazado por primera vez un ataque aéreo con saldo netamente favorable, no pudieron tirar sus bombas en los blancos y no hubo bajas propias.
9 de Mayo. Evacuan al continente a los heridos de los primeros ataques de los Sea Harrier.
Vcom. Sassone —El bombardeo inglés planteó un cambio
violento pero una de las cosas que me sorprendió fue que no quedamos bloqueados
bajo un shock; ver a camaradas, con los que habíamos volado el día anterior y
habíamos cenado juntos... y de golpe... verlos ahí... muertos. Empezaron a
salir fuerzas de adentro; vi muchos actos heroicos increíbles, tratando de
salvarles la vida a quienes estaban muy malheridos. El S.Ay. Dome retiró un
tubo de oxígeno que amenazaba explotar entre las llamas. Nos sobrepusimos muy
rápido; la mente humana reacciona por reflejo de una vida "cómoda" a
semejante desastre. Al próximo día podríamos morir, porque los Harrier seguían
atacando. Y uno lo tomaba pensando que, precisamente, para eso estábamos. En
realidad agradeciamos estar ahí; todos teníamos un orgullo muy fuerte de estar
en las islas en ese momento. Y algo que es aún más significativo: uno no quería
alejarse de ese lugar. Todo lo contrario: quería quedarse para colaborar.
Com. Vilas —El ataque afectó profundamente la capacidad del
GT 3 debido a que arrojó un saldo de siete suboficiales fallecidos y nueve
heridos; eso nos dejó con un solo mecánico armero, el actual S.P. Tolosa. La
colaboración de todos, agregados los oficiales del GT 3, los tenientes Lombardi
y Santini, permitió contrarrestar el efecto de las bajas.
Emergencia
Vcom. Brest —El 1º May despegué con Giménez y efectuamos un
reconocimiento en las costas: después fuimos a Puerto Argentino. Estábamos a
unas 30 millas norte. Yo sabía que la artillería del Ejército ahí nos podía
tirar a nosotros.
De pronto se me plantó un motor produciendo una explosión,
no giraba más; se había clavado; creí que me habían tirado y pensé en
eyectarme, pero Giménez que venía atrás mío, me transmitió: —Tenés el otro
motor funcionando...
En la BAM Malvinas había alerta roja y nos ordenaron hacer
espera hasta tanto los aviones enemigos se alejaran de la zona. Giménez, detrás
mío, me iba preguntando si estaba todo normal; después le ordenaron regresar a
Darwin y yo fui al aterrizaje con un motor plantado.
La torre me advirtió que en la pista había un impacto de
bomba y aterricé sobre un costado sin ningún problema. También el control me
había indicado que abandonase lo antes posible el avión. Dejé el avión a un
costado de la pista y me tiré de la cabina. Ahí empecé a escuchar los gritos de
gente que estaba metida en los refugios; me gritaban que corriera porque
estábamos en alerta roja.
S. Ay. Dome —Debido a las bajas el grupo se había reducido y
realizábamos todas las tareas fuera de nuestra especialidad individual. Cambiar
un motor, que insume todo un día de trabajo, en una zona tan castigada como la
BAM Malvinas era poco menos que imposible; muy pocas veces estuvimos bajo
alerta blanca; eran celestes o rojas y uno tenía que tener un ojo en el trabajo
y el otro vigilando el cielo. Continuamente los Harrier efectuaban bombardeos
en altura sin precisión; pegaban en cualquier parte pero nos mantenían en
tensión.
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