El 2 de abril de 1982 —casi 150 años después de la ocupación
británica de 1833— las fuerzas militares argentinas desembarcaron en las islas
Malvinas.Poco tiempo antes Hugo Maiorano (*) había sido asignado a la base
aérea de Mar del Plata y allí le dijeron que una de las tres unidades a su
cargo iría a Puerto Argentino, el principal puerto y la única ciudad de las
islas Malvinas. En ese lugar había una pista de aterrizaje de mil metros de
largo, un hangar y una torre de control construida por la Fuerza Aérea
Argentina en la década del ´70. Durante la guerra era el único medio de
contacto con el continente que serviría para la evacuación de heridos y el
aprovisionamiento de alimentos y medios logísticos. Su misión era defenderlo.
El primer ataque que sufrió la unidad dirigida por el mayor Hugo Alberto Maiorano
fue el 1º de mayo de 1982. "Primero nos bombardearon dos aviones Vulcan
que descargaron 21 bombas de 500 kilos. Les podríamos haber tirado, pero
teníamos miedo de que fuera un avión propio", recordó. El objetivo del
ataque había sido destruir la pista de aterrizaje en manos de Argentina, pero
no lo consiguieron. "A las 8 vinieron con aviones Harrier, que son más
chicos. Ahí nos dimos el festejo, porque nuestra capacidad era para aviones que
atacan a baja altura".
Entre las bombas
Las diez semanas que transcurrieron desde el desembarco de la unidad hasta el regreso de los soldados tras el cese de hostilidades se sucedieron entre bombardeos, guarecidos en refugios subterráneos que elaboraron durante los primeros días en la isla. "La cosa se ponía cada vez peor. Teníamos mucha desventaja. Ellos tenían misiles y nosotros cañones. Además contaban con misiles antirradares, que localizaban los radares con los que nosotros pretendíamos rastrearlos a ellos y los hacían volar. Con su tecnología veían tanto de día como de noche con anteojos de visión nocturna. Nosotros teníamos uno cada 20 personas", detalló Maiorano. "El 14 de junio a mí me dijeron que se había terminado la guerra y, la verdad, estaba un poquito contento de que se hubiera acabado todo", confesó.
Las diez semanas que transcurrieron desde el desembarco de la unidad hasta el regreso de los soldados tras el cese de hostilidades se sucedieron entre bombardeos, guarecidos en refugios subterráneos que elaboraron durante los primeros días en la isla. "La cosa se ponía cada vez peor. Teníamos mucha desventaja. Ellos tenían misiles y nosotros cañones. Además contaban con misiles antirradares, que localizaban los radares con los que nosotros pretendíamos rastrearlos a ellos y los hacían volar. Con su tecnología veían tanto de día como de noche con anteojos de visión nocturna. Nosotros teníamos uno cada 20 personas", detalló Maiorano. "El 14 de junio a mí me dijeron que se había terminado la guerra y, la verdad, estaba un poquito contento de que se hubiera acabado todo", confesó.
"Eramos un grupo de gente que trataba de sobrevivir. No
estaba el hombre riguroso que daba las órdenes a los soldados. Tratábamos de
alentarnos unos a otros y taparnos el miedo. Porque el miedo existe. El que
diga que no lo tuvo está mintiendo", recuerda Hugo, quien tras la guerra
estuvo prisionero de los ingleses por un mes y ahora, con 74 años, dice no
haberse planteado nunca regresar a Malvinas. "Para mí es un recuerdo
doloroso".
Artillero en una pieza antiaérea Oerlikon 20mm en Puerto Argentino, Islas Malvinas |
"Los 62 hombres que integraban ese grupo que yo
conducía volvieron vivos". Ese es uno de los mayores orgullos de Maiorano
que volvió de la guerra. El mismo que, cuando el 14 de junio de 1982 tras la capitulación del gobernador Mario B. Menendez, quedó detenido por el
ejército inglés junto a otros oficiales. Y el que se sintió abandonado por el
gobierno argentino —la dictadura cívico-militar en
manos de Leopoldo Fortunato Galtieri, Basilio Arturo Ignacio Lami Dozo y Jorge
Isaac Anaya— que decidió no negociar el regreso al contienente de los prisioneros. "Estaban especulando con los prisioneros de guerra. No se
preocuparon en lo más mínimo por irnos a buscar", dijo.
Formación de soldados de la FAA asignados
a la BAM Malvinas tras la rendición del gdor Menendez. Caminando frente a ellos está el mayor Hugo Maiorano herido, que se niega a caminar detrás del militar inglés delante de su personal
|
Pero ese no sería el fin de su estadía en Malvinas. Pasó
otro mes hasta que se reunió con su mujer y sus tres hijas. "Se dieron
cuenta de que yo era un cuadro y no me dejaron subir al barco que devolvía a
los soldados al continente. Me llevaron hasta un frigorífico abandonado donde
me reencontré con algunos compañeros", entre ellos el capitán Ugarte, a
quien Maiorano había enviado tiempo atrás en una misión y, como nunca había
regresado, lo dieron por muerto: había sido capturado por los ingleses.
"Es muy fuerte enfrentarte a una emoción así", admitió.
Comodoro Re Veterano de Guerra de Malvinas Hugo Alberto Maiorano |
Tras Malvinas, volvió a Rosario y fue subdirector del Liceo
Aeronáutico Militar por seis años. Luego se desempeñó como agregado aeronáutico
en Washington, fue jefe de la base aérea militar de Mar del Plata y, ya
jubilado, se hizo cargo de la obra social de la Fuerza Aérea en Rosario.
En los años que lo separan de Malvinas, nunca se planteó
volver. "Hay muchos que lo hicieron. Yo no quiero. Tengo un mal recuerdo
de lo que viví. Uno doloroso", admitió.
(*) El comodoro (re) Hugo Alberto Maiorano falleció en enero del 2019.
Gracias defensor del cielo argentino!
ResponderBorrar¡Gracias! ¡Viva la Patria!
ResponderBorrarExcelente persona fue mi jefe de Cuerpo de cadetes cuando entre al Liceo. Dios lo tenga en la gloria.
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