La Reforma de las Fuerzas Armadas Argentinas
anunciada por el Gobierno nacional deja mucha incertidumbre sobre el destino que correrán la Aviación Naval y a la Aviación del Ejército, ambas divisiones aéreas históricas que participaron heroicamente durante la
Guerra de Malvinas. Se especula que las mismas sean disueltas al ser absorbidas, sus tareas, completamente por la Fuerza Aérea Argentina, como lo pretende hacer el actual ministro de Defensa Oscar Aguad con su reforma para las Fuerzas Armadas.
El licenciado en Ciencias Políticas, máster en Economía, Ciencias Políticas, oficial del Ejército Argentino y piloto militar Luis Franco escribió una nota en un portal de noticias respecto a este tema que será transcripta a continuación.
No hay tres fuerzas aéreas
El lunes el presidente Mauricio Macri presentaría un plan
para las fuerzas armadas argentinas que se desarrollaría a lo largo de cinco
años. Aunque no hay certezas, el ministro de Defensa dijo en diversas
oportunidades que el país tiene tres fuerzas aéreas, lo cual es un error
conceptual, ya que hay una sola Fuerza Aérea Argentina y las otras dos fuerzas
armadas —el Ejército y la Armada— solo poseen aeronaves para tareas tácticas.
Un poco de historia
La aviación militar argentina nació el 10 de agosto de 1912,
en el seno del Ejército Argentino, al crearse la Escuela de Aviación Militar.
Desde sus comienzos, la aviación militar estuvo separada de la aviación naval
por una sencilla razón, las misiones de ambas eran diferentes: la Aviación de
Ejército fue concebida como un arma más del Ejército, mientras que la aviación
naval se desarrolló de acuerdo con las particularidades de la guerra en el mar.
La Aviación del Ejército fue evolucionando conforme a la tecnología y al
pensamiento estratégico vigentes hasta que, en 1937, se creó el Comando de
Aviación de Ejército. En todo el mundo el poder aéreo adquirió mayor relevancia
hasta ser un factor trascendental en el campo de batalla. El desenlace de este
proceso fue la creación del Comando en Jefe de Aeronáutica, el 11 de febrero de
1944, que reunió todas las dependencias militares relacionadas con la aviación,
excepto la Aviación de la Marina de Guerra. Así nació realmente Fuerza Aérea
Argentina (FAA). La nueva fuerza se concentró en la proyección del poder aéreo,
para ello adoptó el enfoque estratégico de doblegar al enemigo atacando sus
principales recursos conforme a las teorías de poder aéreo de la época y relegó
roles tácticos como apoyar al ejército.
El surgimiento de las fuerzas aéreas no fue un fenómeno
argentino, sino mundial. Aquellas aviaciones que progresivamente se
constituyeron en una fuerza armada, se enfocaron en la búsqueda de la victoria
a través del poder aéreo, en consecuencia, volcaron allí sus presupuestos, lo
que a su turno significó que el apoyo táctico a las tropas en tierra fuera una
misión secundaria. Con el tiempo, se observó que las operaciones en tierra no
contaban con los medios adecuados. Esta situación obligó a los ejércitos a desarrollar
unidades de aviación dedicadas a satisfacer todas aquellas necesidades que sus
fuerzas aéreas dejaron de cumplir. Es así que, a poco de crearse la FAA, el
Ejército incorporó aviones livianos para dirigir el fuego de su artillería de
campaña y aviones de transporte para lanzar sus unidades de paracaidistas.
La razón de ser de una fuerza aérea es proyectar poder aéreo
estratégico sobre un enemigo. La razón de ser de una aviación de ejército es
apoyar al soldado desplegado en tierra.
Ante esa situación, se creó, el 17 de noviembre de 1956, el
Comando de Aviación de Ejército dentro del Ejército Argentino y se estableció
un programa de equipamiento sobre la base de helicópteros —un recurso que
resultó fundamental y alcanzó su madurez en la década del 60— y también
aviones.
Malvinas y sus lecciones
Para 1980, el Ejército Argentino contaba con un Batallón de
Aviación de Combate equipado con una moderna flota de helicópteros y una
Compañía de Aviación con aviones de comando y enlace, y de transporte aéreo
logístico (responsable de servir a la fuerza en proximidades de la línea del
frente allí donde, por doctrina, las unidades de transporte aéreo táctico de la
FAA no operarían). Este tipo de unidades permiten a la conducción terrestre
incidir rápidamente (en horas, no días) en una operación en desarrollo. Esta es
otra gran razón por la cual la mayoría de los ejércitos tienen unidades de
aviación orgánicas: operan directamente de acuerdo con las prioridades del
ejército. Conceptualmente, la aviación de ejército es un subsistema integrado a
un sistema mayor para la ejecución de misiones tácticas (no estratégicas), lo
cual permite al "sistema ejército" funcionar eficientemente. Los
ejércitos modernos se contrajeron en tamaño durante los últimos 25 años gracias
a la posibilidad de multiplicar la potencia de los regimientos, saltando por
sobre los accidentes geográficos del terreno, prescindiendo de las vías de
comunicación tradicionales y extendiendo su capacidad para detectar y doblegar
las fuerzas enemigas antes que puedan desarrollar sus planes.
Contar con aviación de ejército permite al Ejército incidir
rápida y decisivamente en las operaciones que desarrolla. Al ser medios
terrestres, se emplean de acuerdo con las prioridades de la conducción
terrestre.
En Malvinas, el uso táctico de prácticamente todo el
Batallón de Aviación de Combate 601, dadas las limitaciones que impuso la
geografía de las islas, demostró que el criterio de tener medios aéreos propios
es el adecuado. Una de las enseñanzas más firmes que obtuvo el Ejército de
aquel conflicto, y la que guió su evolución posterior, fue la necesidad de
incrementar la cantidad y la magnitud de sus organizaciones de aviación. Por
eso, desde 1986 hasta principios de 2000, se adquirieron 29 helicópteros de
distintos modelos. Esta incorporación de aeronaves permitió desplegar pequeñas
fracciones en todo el país, lo que facilita no solo el apoyo a las tropas, sino
también proporcionar una rápida respuesta a la comunidad en el caso de
catástrofes naturales. Los aviones comprados en los últimos años permitieron al
Ejército recuperar la capacidad para realizar evacuaciones aéreas de pacientes,
transporte de cargas urgentes para las tropas desplegadas y reasumir la misión
de adiestrar a sus unidades de paracaidistas.
Por su parte, después de una destacada actuación en el
conflicto con su aviación de ataque y también con sus helicópteros, la Armada
continuó incorporando aviones para patrullaje marítimo (en la paz, útiles para
patrullar el amplio litoral marítimo) y helicópteros que integran la dotación
de sus buques, los que por su naturaleza son operados por marinos especialmente
adiestrados.
La Fuerza Aérea orientó sus compras a potenciar su flota de
helicópteros, los que son empleados para la búsqueda de tripulaciones derribadas,
y también en misiones de paz.
¿Qué pasaría si todos los medios se concentran en una sola
fuerza?
Periódicamente surge la idea de concentrar todos los medios
supuestamente afines en una sola fuerza, por caso, la FAA; todas las
embarcaciones y los buques en la Armada y todo lo que no vuela ni navega en el
Ejército, se argumenta que esto permitiría ahorrar recursos, lo cual no es
necesariamente cierto. En la guerra las operaciones de las fuerzas armadas
tienen que estar coordinadas, sin embargo, cada una tiene un rol distinto y las
necesidades tácticas demandan, como se ha dicho, que cada fuerza disponga de
medios aéreos específicos para lograr los objetivos estratégicos que junto con
las demás fuerzas debe alcanzar.
Cuando se habla de centralizar los medios supuestamente
afines, no se tiene en cuenta que cada fuerza tiene una idiosincrasia y un
espíritu de cuerpo particular con las organizaciones propias, compuestas por
personal identificado con estas y conocedores de la forma de empleo de sus camaradas
de armas. La experiencia bélica mundial señala que mezclar individuos de tropa
de diferentes orígenes en una sola fracción orgánica no ha resultado; se deben
integrar organizaciones y medios, no individuos; el elemento mínimo de
integración de tropas es la unidad (un regimiento, buque, escuadrón aeromóvil),
en las que sus integrantes han desarrollado espíritu de cuerpo, conocimiento
mutuo entre ellos y experiencia de trabajo en equipo para enfrentar situaciones
de alto riesgo que pueden implicar pérdidas de vidas.
En la Argentina existe una sola fuerza aérea y así debe ser,
las otras dos fuerzas solo tienen organizaciones y medios que se desplazan por
el aire, pero que son intrínsecamente propios y parte indivisible de cada una
de ellas y su concentración en una sola fuerza afectaría seriamente su
efectividad. En otras palabras: es posible que en un conflicto futuro el hecho
de que cada fuerza tenga aeronaves no asegure la victoria, pero es más que
seguro que el no tenerlas contribuirá a la derrota.
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