De izq a der. teniente Cervera, capitán Zelaya, capitán Varela |
Tres pilotos tucumanos mostraron su coraje en Malvinas
El 13 de junio de 1982 el comodoro (r), Antonio “El Tony”
Zelaya, 57 años; el capitán (r) Carlos “El Trucha” Varela, 59, y el capitán (r)
Luis “El Tucu” Cervera, 53, partieron desde la base de San Julián para atacar
objetivos terrestres en el monte Dos Hermanas, en la isla Soledad. Fue esta la
última misión de los tucumanos en la guerra de las Malvinas, ya que al día
siguiente el Ejército argentino firmaba la rendición.
“Nos tiraron con todo”, recordó Varela, en Tucumán. Aseguró que, de las siete misiones que participó, esa
fue la más difícil. El estuvo al frente de la escuadrilla “Chispa”, mientras
que el capitán Zelaya dirigió a la “Nene”. Durante la recarga de combustible,
en el aire, el avión de Zelaya chupó combustible, se recalentó la turbina y
tuvo que regresar. Cervera asumió como jefe y se puso detrás del grupo de
Varela. Sólo siete aviones siguieron en vuelo rasante sobre el mar, una táctica
que siempre sorprendió a las tropas inglesas.
Varela precisó que cuando llegó a la isla, subió por una
lomada y se encontró de frente, en la cima, con un soldado inglés a quien casi
le arrancó la cabeza con el avión. Comentó que cuando se repuso del
encontronazo, vio al frente cientos de soldados, transportes pesados y helicópteros.
“El comandante Jeremy Moore (quien estuvo al frente de las
tropas inglesas en Malvinas) dijo en un reportaje a la revista ‘Siete Días’ que
esa fue la jornada en la que más miedo tuvo, porque lo atacaron siete Mirage.
“Se equivocó, porque éramos siete A4B”, aclaró con orgullo “El Trucha”.
Varela precisó que, al ver las tropas inglesas, aceleró a
fondo y ordenó tirar las 12 bombas. El tucumano remarcó que en su huida disparó
con sus cañones a los helicópteros y a todo lo que se le cruzó en el camino.
“Hasta que alguien me gritó: ‘¡Chispa uno... eyección!’”, dijo con vos firme.
Uno de los pilotos vio cómo un misil se dirigía al avión de Varela y a los
gritos le pidió que se eyectara para no sufrir el inminente impacto.
“Sentí el sacudón y solté los tanques de combustible. El
avión comenzó a temblar y la temperatura de las turbinas llegó al máximo”,
detalló. “Bajé la potencia, logré reducir la temperatura y dejé la isla en
vuelo rasante para evitar los Sea Harrier”, señaló.
Precisó que cuando quiso ascender, el avión comenzó a
temblar. “En ese momento pensé en eyectarme en tierra. Entonces bajé la
potencia un 2%, que es demasiado para estos aviones, y me alejé de la isla”,
confesó.
Detrás de la escuadrilla de Varela venía Cervera con dos
aviones más. “El Tucu” recibió a LA GACETA en su casa de Banfield, en el sur
del Gran Buenos Aires, y relató su experiencia de aquel día. Recordó que divisó
un número mayor de tropas y ordenó a sus pilotos que descargaran todo el
material explosivo, luego de lo cual dejaron atrás un campo envuelto en fuego y
humo. En la huida, precisó, se encontró de frente con un helicóptero Sea King y
le disparó con los cañones. El militar destacó que nunca olvidará ese momento
porque pudo ver hasta el casco celeste del piloto inglés. Cervera guarda el
mejor de los recuerdos del alférez Guillermo Dellepiane, porque le salvó la
vida.“‘Guarda Tucu, un misil por la derecha... por la derecha’, me gritó ‘El
Piano’ -era el apodo del alférez–. Giré 90 grados y eyecté los tanques suplementarios,
viré hacia la derecha y vi pasar al misil”.
Pero la tensión no se disipó. “Cuando tomé rumbo a San
Julián, me encontré de frente con una fragata”, contó con la misma sorpresa de
hace 25 años. “Dije: ‘ahora sí me la dan’. Porque no tenía ni una piedra para
disparar”. Y se jugó a su suerte. “Empecé a virar cuando estaba a unos 100
metros. Miré de reojo por los espejos retrovisores esperando que me lanzara el
misil. Y... no me tiró”, contó con la misma alegría de aquel momento.
El 13 de junio, los nervios no tuvieron paz. Dellepiane
avisó que tenía poco combustible, porque un proyectil ihabía impactado en el
tanque, que comenzó a derramar combustible a chorros. Preguntó a sus compañeros
qué hacer: eyectarse o buscar el reabastecedor. “Yo le dije, porque era un gran
amigo, ‘Piano’ encomendate a Dios y decidí vos qué querés hacer’”, comentó
Cervera.
“El Trucha” Varela recordó que ordenó silencio y como el
oficial más veterano le dijo a “El Piano”que él ya sabía lo que se debe hacer
en esta situación. El joven piloto tomó la decisión de buscar el Hércules.
“‘¡Tengo 100 libras, la puta que los parió... dónde está el
Hércules!’, gritó por radio”, relató Cervera. “Le respondí: ‘¡quedáte tranquilo
pendejo que llegás!’ Hasta que dijo que tenía cero combustible y, entonces, se
produjo un silencio aterrador”.
Cervera contó que, en ese instante, Dellepiane divisó al
Hércules y se lanzó en picada para insertar su caña a la manguera. “‘¡Enganché
‘Tucu’, enganché, la puta madre!’, me dijo por radio. ‘¡Bien pendejo!’, le
respondí con una alegría inmensa”, destacó con la misma emoción. Llegaron a San
Julián con el último aliento. Cervera lo hizo con cero combustible; “El Piano”
colgado del Hércules; al capitán Varela el motor del avión se le clavó y
aterrizó en una arriesgada maniobra. “Vinieron todos hechos mierda, pero
vivos”, destacó “El Trucha” con la misma satisfacción de aquel 13 de junio. LA
GACETA (C)
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