El helicóptero Puma del Ejército Argentino que desapareció cuando iba al rescate de
los náufragos del pesquero Narwal
Documentos
británicos revelan el misterio del helicóptero argentino que desapareció en una
misión de rescate. La larga historia que ocurrió en un solo día, pero que lleva 36 años
esperando su final.
Documentos
ingleses desclasificados y testimonios de veteranos de ese país revelan que el
helicóptero Puma de Aviación de Ejército, tripulados por Juan Carlos
Buschiazzo, Roberto Fiorito y Horacio Di Motta no cayó al mar durante la
difícil misión de rescatar a los náufragos del Narwal.
El ataque al
pesquero Narwal
Guerra de
Malvinas. A las 9:05 horas del 9 de mayo se recibió el siguiente mensaje:
"Aquí Narwal. Somos atacados por aviones ingleses en la latitud 52 45' Sur
y longitud 58 02' Oeste. Tenemos heridos graves".
El Narwal era un
barco pesquero perteneciente a la Compañía Sudamericana de Pesca. De 1350
toneladas, operaba en aguas argentinas desde febrero de 1975 y tenía una
dotación de un capitán y 24 pescadores. Simulaba realizar tareas de pesca al
este de Puerto Argentino, pero su misión era de efectuar tareas de inteligencia
sobre la flota británica. Para ello, a bordo estaba el Teniente de Navío Juan
Carlos González Llanos.
Para los
ingleses, la del Narwal no era una presencia nueva. Según recuerda en sus memorias
el almirante Sandy Woodward, su oficial de guerra le había informado: "Es
ese maldito barco pesquero otra vez, señor. Acaban de identificarlo. El Narwal,
el mismo que debimos alejar hace diez días, la noche anterior a que llegáramos
a la zona".
Dos Sea Harrier,
armados con bombas de 500 kilos y con sus cañones de 30 mm fueron enviados a
detener la nave. A pesar que dos bombas cayeron a los costados del barco, una
tercera impactó sobre la cubierta de popa, hiriendo gravemente a uno de los
marineros, Omar Rupp.
Luego, los
aviones ingleses hicieron varias pasadas disparando 200 proyectiles. Como el
barco se hundía, el capitán ordenó abandonarlo. Antes de hacerlo Rupp, con su
pierna destrozada alcanzó pedir que cuidasen a su familia y murió. En el barco
tenía un triciclo para su hijo que había nacido cuando ya estaba embarcado.
Ya en las balsas,
los aviones no tuvieron ningún reparo, en su última pasada, en disparar sobre
las balsas. Al rato, los marineros escucharon, sobre las nubes, el motor de un
helicóptero grande. Pensaron que era argentino. Era un Sea King inglés.
Mundanza desde Moody
Brook a Monte Kent
A esa misma hora,
el Batallón de Aviación de Combate 601 del Ejército Argentino apuraban la
mudanza de su base que habían establecido en Moody Brook. Una semana antes,
fuerzas argentinas habían avistado un helicóptero inglés que transportaba
comandos de la SAS. Su misión era la de localizar la base de helicópteros
argentinos, darles las coordenadas a la flota para así destruirla. De esta
manera, cortarían el principal transporte con que contaban las fuerzas
argentinas. Si bien el ejército envió un grupo de comandos para realizar una
contraemboscada, no hubo un encuentro entre ambos grupos.
El bombardeo
sobre Moody Brook produjo la destrucción de un helicóptero Puma de Prefectura y
dañó a un Bell UH-1H (el Alfa Eco 410) que, si bien podría haberse reparado, no
había tiempo ni recursos para hacerlo.
A primera hora de
ese 9 de mayo el batallón se establecía, en mejor resguardo, en Monte Kent.
Al rescate del Narwal
La dotación
estaba conformada por 2 Chinook, 5 Puma, 3 Augusta y 9 Bell Uh-1H. Los
oficiales más antiguos volaban los Chinook, que son los helicópteros más
grandes, con dos rotores; los tenientes primero piloteaban los Puma; y los
recién egresados, con pocas horas de vuelo, lo hacían en los Bell UH-1H. Los
que poseían un poco más de experiencia volaban los Augusta.
Los pilotos
estaban ayudando a descargar el equipo que traían desde Moody Brook cuando se
recibió la orden que un helicóptero bimotor debía dirigirse al Centro de
Operaciones de Vuelo, ubicado en la zona del hipódromo, para recibir órdenes
sobre una nueva misión: localizar a los sobrevivientes del Narwal, y pasar las
coordenadas a un buque mercante, anclado en el Estrecho de San Carlos, para que
los náufragos fueran rescatados.
El Teniente Juan
Carlos Buschiazzo era uno de los pilotos más experimentado de la unidad. Había
realizado cuatro campañas antárticas, siempre piloteando un helicóptero. Era un
piloto civil que se había asimilado al Ejército, haciendo el curso en la
Escuela de Combate General Lemos y además había asistido a clases de
perfeccionamiento en Francia.
El 2 de abril lo
sorprendió haciendo trabajos administrativos en un oficina del Comando de
Arsenales. "A mí no me van a mandar a Malvinas porque estoy en Arsenales.
Me presento como voluntario" -le dijo a su esposa.
El Teniente
Primero Roberto Mario Fiorito, de 30 años, era fanático de San Lorenzo. Apenas
egresado del Colegio Militar, fue destinado a Jujuy y luego a Tucumán;
posteriormente pidió el pase a Córdoba para hacer el curso de paracaidista y de
ahí solicitó ingresar a Aviación de Ejército para ser piloto de helicóptero.
Roby, como se lo
llama en la familia, había participado dos veces en la campaña antártica,
también como su amigo Buschiazzo, piloteando un helicóptero. En noviembre de
ese año tenía fecha para casarse.
La misión se la
adjudicaron a Buschiazzo, pero su helicóptero había sufrido un desperfecto de
último momento. Entonces, fue convocado Fiorito. Pero debía hacerlo con un
copiloto.
En medio de una
sobremesa todos pujaban por ser voluntarios. Hasta que apareció Buschiazzo y
dijo que como la misión se la habían dado primero a él, sería el copiloto. A
Fiorito lo alegró, quien estaba un poco deprimido ya que el día anterior se
había hecho tiempo para llamar a su mamá por el día de su cumpleaños.
Buschiazzo pudo haberse hecho el distraído y quedarse en tierra, pero acompañó
a su amigo.
Como mecánico
iría el Sargento Horacio Raúl Di Motta. Había nacido en Goya, pero desde chico
la familia se había radicado en Gualeguaychú siguiendo a su padre, suboficial
enfermero. De chico había aprendido a querer la milicia. Le decían Lito,y ya de
pantalones cortos lo recuerdan haciendo la venia.
"Los días
más felices de nuestra infancia era cuando mi papá nos llevaba a almorzar al
regimiento", recuerda su hermana Nora. A los 15 años, comenzó a estudiar
Mecánico de Aviación. Le había tocado estar en Tucumán y fue movilizado cuando
Argentina estuvo por ir a la guerra con Chile por el conflicto limítrofe del
Canal de Beagle. Su hermana aclara que "él amaba todo esto. Acompañamos su
decisión. Iban a recuperar lo que era nuestro".
La del rescate
era una misión suicida. No sólo porque el piloto de helicóptero de Ejército no
estaba instruido en rescates en el mar, sino que la máquina no contaba con el
equipamiento adecuado para semejante tarea e iba a estar a merced de la
aviación y artillería naval enemiga. Y con un estado del tiempo pésimo.
La nave que se
usaría es la única que había cruzado volando desde el continente. La cargaron
con sogas, botes y chalecos salvavidas y víveres. Además, llevaban dos handys
con frecuencia naval para poder comunicarse con los náufragos, una vez que
fueran localizados.
Sabían el peligro
que corrían. Di Motta se quitó su gorra y se la dio a un compañero, de apellido
González. "Esta te la dejo a vos, porque la vas a necesitar más que
yo". Años más tarde, un anciano González le daría a la hermana de Di Motta
la insignia que llevaba esa gorra.
Di Motta corrió a
alistar al helicóptero, mientras que el resto del grupo se tomó una fotografía.
Cerco sobre
Puerto Argentino
A las 5 de la
mañana de ese mismo 9 de mayo, el destructor Coventry y la fragata Broadword
tomaron posición al sur de Puerto Argentino para formar parte de una trampa
misilística y evitar que aterricen o despeguen aviones desde la pista de Puerto
Argentino. Desde las islas avistaron a estos buques ingleses, con lanchones de
desembarco y con capacidad misilística.
Entonces se
ordenaron misiones de ataque contra estas naves. En esa circunstancia, dos
aviones A4C Skyhawk, piloteados por los tenientes Jorge Eduardo Casco y Jorge
Ricardo Farías -que formaban parte de una escuadrilla que integraban el capitán
Jorge Osvaldo García y el Alférez Gerardo Guillermo Isaac– el mal tiempo les
jugó una mala pasada y se estrellaron en unas islas cercanas al intentar atacar
a los buques.
A las 11 de la
mañana dos Lear Jet, pertenecientes al Escuadrón Fénix, que carecían de
armamento, intentaron una maniobra de diversión. Fue cuando desde el Coventry
se disparó, por primera vez en la historia, el primer misil Sea Dart. En
realidad fueron dos proyectiles, lanzados a una distancia de 165 millas (unos
265 km), el límite máximo de su alcance. Uno pasó entre medio de los dos Lear
Jet, los que descendieron abruptamente y emprendieron regreso a la base.
El comandante del
Coventry David Hart-Dyke, aseguró que el blanco detectado se trataba de un
Hércules, escoltado por Skyhawks. Cuando el capitán del Coventry le informó a
Woodward de "un derribo probable", el almirante le respondió:
"Tranquilo, David. No dispare hasta que les vea el blanco de los
ojos".
La misión y el
misil Sea Dart
Minutos antes de
las 4 de la tarde, en medio de una espesa niebla, el helicóptero con
Buschiazzo, Fiorito y Di Motta despegó. Inmediatamente comunicó su plan de
vuelo para no ser blanco de la artillería argentina. La última comunicación que
se recuerda es a Fiorito decir que "estamos en zona de trabajo",
aunque pudo haber dicho "proa al trabajo". No quedaron grabaciones.
Desde el radar
967 de la Broadword fue detectado un blanco lento, en movimiento sudeste. Por
data link le pasó al Coventry los datos de posición, se asignó el blanco al
radar de control de tiro 909 y se lanzó un solo misil Sea Dart. Luego de
navegar 13 millas (21 km), impactó en ese blanco que se movía lentamente. Era
el primer Sea Dart que hacía blanco.
Al día siguiente,
se mandaron tres vuelos de búsqueda, un Augusta de Ejército, después un Pucará
y por último un Aeromacchi. Todos bordearon la costa, pero sin divisar nada.
Durante 36 años,
en Argentina se creyó que el helicóptero había caído al mar. Pero otra podría
ser la historia.
El misterio del
helicóptero argentino
En mayo de este
año salieron a la luz valiosos datos que revelarían el lugar donde el
helicóptero Puma fue derribado. No es en el mar, como se suponía, sino en
tierra. Y los documentos señalan que aún estaría allí.
El mérito de este
hallazgo le corresponde al Coronel Luis Bennardi, jefe de Personal de Aviación
de Ejército y al Subteniente de Reserva Mariano Sciaroni, dos estudiosos de la
especialidad a la que pertenecen. Ellos pacientemente fueron reconstruyendo los
hechos y recopilando valiosos documentos que obtuvieron en Gran Bretaña y que,
posiblemente sirvan para comprobar que otra fue la historia.
Bennardi y
Sciaroni le relataron que el
22 de junio de 1982, el mayor Ewen Southby-Tailyour recibió la orden de
recorrer en helicóptero y detectar la presencia de restos donde se habían
producido derribos. Este militar es el que encontró en la isla Borbón el Lear
Jet que piloteaba el vicecomodoro Rodolfo De la Colina. Más restos del mismo
aparato se hallarían años después, por casualidad, luego de una gran sequía en
la zona los dejara al descubierto.
Subtte. Mariano Sciaroni y el Cnel. Luis Bennardi
responsables de la investigación sobre el helicóptero Alfa Eco 505
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En 1978,
Southby-Tailyour fue designado comandante de guarnición de los Royal Marines,
en Malvinas. En las islas fue ascendido a mayor. Uno de sus hobbies era el de
navegar por las costas de las islas en su yate. Entusiasmado escribió un libro
sobre las costas del archipiélago y se lo ofreció a una editorial inglesa para
su publicación, aunque no les interesó.
Cuando estalló la
guerra, recuperó el manuscrito y se lo llevó al comandante de brigada. Se lo
cedió con la condición de ser parte de la expedición militar al Atlántico Sur.
Él asegura que se eligió el estrecho de San Carlos para desembarcar gracias a
los datos que en su momento había relevado. "Fue la persona que más
colaboró para la recuperación de las islas", lo elogiarían en Gran
Bretaña. Este teniente coronel retirado lleva escritos 15 libros sobre una
variada temática que incluyen historia militar, yachting y novelas.
La isla
Bouganville, también conocida como Lively Island, recuerda a Louise Antoine de
Bouganville, un francés que en 1763 fundó la colonia de Port St. Louis, hoy
Puerto Soledad. En esa isla, Southby-Tailyour halló restos de un Puma y de un
Skyhawk. Así lo pudo reconfirmar gracias al oficial de vuelo de la HMS Avenger.
Según ellos, estaba perfectamente visible su tren de aterrizaje. "Estaba
muy quemado, no vi restos humanos, por suerte", remarcó. Así se lo hizo
saber al Subteniente Sciaroni.
Luego de reportar
el hallazgo, el día 24 los ingleses enviaron a una patrulla de Gurkas al lugar.
El parte elaborado dice que "habiendo encontrado numerosas piezas de una
aeronave destrozada y equipos como botes salvavidas, pero no restos
humanos…".
Dos fuentes coincidían en el hallazgo de restos de un helicóptero Puma en la isla
Bouganville.
Los detalles
¿Puede ser
posible que el Puma se encuentre en tierra? La minuciosa investigación que está
desarrollando Aviación de Ejército señala que el horario de derribo fue a las
16:07 y que, como mucho, el helicóptero voló un total 17 minutos.
Asimismo,
pudieron confirmar la posición de los buques y, de esta manera, calcular la
distancia desde la que se lanzó el misil. Cuando estos datos se asocian a la
distancia del blanco, coinciden con el lugar donde estarían los restos del
Puma.
"Más tarde
ese día, mientras operábamos otra vez en la línea del Sea Dart al sur de
Stanley, Broadword nos indicó (vía Link) que una aeronave volaba lentamente
hacia el sudeste, en las cercanías de Puerto Harriet. Un solo misil Sea Dart
fue disparado que impactó en el blanco. Fue visto explotar en una manera
espectacular y fue posteriormente identificado como un helicóptero Puma
argentino. El momento del incidente fue en las cercanías de Port Pleasant, probablemente
sobre tierra".
De todas maneras,
los datos precisos los guarda el radar del Coventry, que está en el fondo del
mar desde el 25 de mayo de 1982, cuando fue hundido por dos bombas de 250 kilos
arrojadas por aviones Skyhawk que impactaron debajo de su línea de flotación.
El coronel
Bennardi ya tomó contacto con el agregado militar en la embajada británica en
Buenos Aires, quien hoy tiene en su poder lo que hoy revela en
exclusiva. El plan de máxima es el de viajar a las islas para comprobar in situ
la presencia de los restos del Alfa Eco 505 y los de su infortunada
tripulación.
Las familias
Los familiares de
la dotación del Alfa Eco 505 viven estas revelaciones con ansiedad y
expectación. Ana Buschiazzo, viuda del piloto, dijo conmovida: "Es muy
duro cerrar una historia sin tener la evidencia de lo que ocurrió".
Y siente con
claridad que si se encuentran restos humanos, estos deben permanecer en las
islas. "Mi marido no hubiera querido otra cosa. Me había dicho que si le
pasaba algo, quería quedar allá".
Nora Di Motta,
también habló sobre el hallazgo: "Agradezco a la familia de Aviación de
Ejército por su contención. No importa el resultado, lo que vale es qué hay
personas que se están ocupando. Es una caricia al alma".
Hoy el Sargento
Di Motta sería abuelo. Christian, su hijo de dos años que quedó esperándolo,
hoy tiene un hijo de 8.
Mario Gabriel
Fiorito no conoció a su padre. "Fue una sorpresa después de tantos años
enterarnos que su helicóptero no cayó en el océano, como pensábamos".
Mario está
casado, tiene un hijo de 23 y una hija de 19 y se alegra cuando habla con
amigos de su papá. "Todos hablan maravillas de él; me siento muy
orgulloso".
Hoy, el
helipuerto presidencial lleva el nombre de Fiorito, y en la placa se aclara que
perdió la vida junto a Buschiazzo y Di Motta. Hay una plaza en Gualeguaychú que
recuerda al sargento mecánico; a fines de 1982 también se colocó una placa en
una plaza del barrio de Constitución que homenajeaba a Buschiazzo, que
lamentablemente a la semana ya había sido vandalizada.
De todas formas,
el 9 de mayo Aviación de Ejército conmemora el Día del Veterano de Malvinas en
honor a sus únicos tres caídos.
Durante 36 años
Malvinas es una herida abierta tanto para los que lucharon como para los
familiares de los que quedaron en las islas. La probable solución al misterio
del derribo del Alfa Eco 505, así como la identificación de un centenar de
tumbas del cementerio de Darwin, pueda ser el punto de reconstrucción de una
historia que merece contarse con todas las letras.
Fuente Infobae
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