Carlos Perona, la historia del primer piloto derribado en
Malvinas
Texto : Brenda Struminger
El 1 de mayo, a bordo de un Mirage III, fue interceptado por
un avión Harrier y tuvo que eyectarse, pero vivió para contarlo.
El primer teniente Carlos Eduardo Perona tenía 31 años
cuando fue convocado a luchar en la Guerra de Malvinas. Era piloto de la Fuerza
Aérea y su esposa, María Esther, estaba embarazada de su segundo hijo, Damián.
Llegó a la base aérea de Río Gallegos el 30 de marzo como
primer teniente del escuadrón de caza interceptora del Grupo 8. El 2 de abril
se declaró la guerra. Pero para él, el inicio y el fin de la batalla fue el 1
de mayo, cuando protagonizó el primer combate aéreo a bordo de un Mirage III y
fue derribado por un avión Harrier. Fue el bautismo de fuego de la Fuerza.
El despegue
El 1ro de mayo la flota británica estaba muy cerca de Puerto
Argentino. "Fue el día en que la Fuerza Aérea puso toda la carne sobre el
asador. Fue una oleada masiva, con todos los aviones de combate argentinos
yendo hacia a la flota", recuerda Carlos Perona.
Su misión era custodiar los aviones propios que iban a
atacar a las unidades de superficie, las fragatas y buques. Debían "cuidar
las espaldas" de los Harrier, que a su vez tenían la misión de derribar a
los aviones que iban a atacar a la flota.
Esa tarde les asignaron un blanco del que estaban separados
por 100 millas, es decir, más o menos, 200 kilómetros.
Capitán Gustavo García Cuerva era capitán y Perona el primer
teniente. Volaban a la par, a su vez conectados con el radar de control, cuando
les avisaron que estaban por ser interceptados. "Desde su avión, capitán
García Cuerva me dijo que eyectáramos los tanques de 1700 litros que
cargábamos, porque ya estábamos por entrar en combate. En ese momento, el
oficial del radar que resuelve la geometría de la interceptación nos hace
abrirnos hacia los costados. Esa fue la última vez que vi a capitán García
Cuerva".
El combate
El radar le indicaba al primer teniente Perona que el avión
que había aparecido estaba frente a él, muy cerca. Entonces dejó de mirar el
radar y visualizó, más o menos a ocho millas, el avión inglés, un Harrier, que
volaba por debajo.
"Yo sabía que los aviones interceptores Harrier o en
patrulla de combate, al igual que nosotros, no operan de a uno, sino de a dos.
Pero no pude ver al otro avión que me estaba por interceptar y me centré en el
avión que sí veía. Nos trabamos en combate con los misiles y empezamos a
trepar. Para ganar altura, tenía aún mi tanque derecho, pero no pude eyectarlo.
Eso, aerodinámicamente, es una disminución muy importante de la performance del
avión", cuenta.
Su idea era subir lo máximo que pudiera, porque sabía que el
Harrier, por su aerodinámica, no estaba preparado para la misma altura que su
Mirage. "Yo quería ver qué hacía el Harrier y lanzarle mi misil desde
arriba. La sorpresa fue cuando me lo encontré a la par y los dos con altas
"Gs", que en la jerga significa generar aceleraciones positivas,
lograr que el avión pierda velocidad y poder cerrar más las maniobras. Los dos
intentábamos hacer lo mismo para quedar a la cola del otro. Entonces se produjo
un cruce muy cercano. Giré para ver dónde estaba, pero ya no lo ví y e
inmediatamente sentí un cimbronazo en el avión".
Le habían dado no de lleno, sino por proximidad, pero el M
IIIEA ya no podía volar.
La caída: "Suerte pendejo"
"De repente se me empezaron a prender las alarmas de
fuego, las de líquido hidráulico, las alarmas de los sistemas. Y yo le digo al
capitán García Cuerva, 'Paco, estoy viendo una costa, voy a tratar de llegar
para eyectarme'. Necesitaba llegar a la costa porque no traíamos traje
antiexposición y caer en el agua era muerte por hipotermia segura, durás en el
agua de tres a cuatro minutos. Mi preocupación era llegar a esa costa que
estaba viendo. Yo no lo sabía, pero era la Isla Borbón. Entonces Paco me dice:
"Suerte pendejo. Eyectate con seguridad".
El avión, cuenta, giraba para la derecha y el primer
teniente Perona trataba de girar para la izquierda. "No me quería eyectar
para abajo, sino con cierta posición. Ya cuando el avión estaba llegando a la
costa, me eyecté, más o menos a 15 mil pies, que son unos 4500 metros".
Las eyecciones se realizan de manera automática una vez que
el piloto acciona el mecanismo. Si la eyección se produce por encima de los 15
mil pies, el piloto cae con el asiento, para acelerar la caída libre y evitar
el tiempo de exposición al frío. A 15 mil metros del suelo, opera una cápsula
barométrica que produce el sistema de separación del asiento, desecha el
asiento y activa el paracaídas principal.
"Pero la sensación que tuve, por la adrenalina, el
miedo, era que no me eyectaba. Entre que tirás la palanca de eyección y estás
colgado del paracaídas, pasan entre 3 y 4 segundos. Pero cuando tiré, empecé a
pensar, 'No me eyecto'. No pasaba nada en la cabina. Y pensé que me iba a tener
que eyectar manualmente, que es otro procedimiento. Entonces ví que se
activaron los cartuchos que te sacan la cabina y salí. Todo eso, para mí, fue
una eternidad"
Cuando quedó colgado del paracaídas se dio cuenta de que el
fuerte viento lo tiraba hacia el mar. Pero gracias a sus maniobras y a la
suerte terminó cayendo a dos o tres metros del agua.
Foto izq. capitán García Cuerva, der. primer teniente Perona luego de la eyección |
"Caí mal, me rompí el maleolo tibial de una pierna y me
esguincé la otra. Soy piloto, no paracaidista", bromea. En ese momento,
con la adrenalina, no sintió dolor y empezó a caminar. Sabía cómo dirigirse
hacia el puesto Calderón, una base de la Armada de la Isla Borbón, donde había
caído. Pero llegó un momento en que ya no podía caminar.
"Cuando me empecé a preguntar qué hacer, sentí el ruido
de un helicóptero. Era un Augusta del Ejército. Habían venido a rescatarme, me
sacaron de la costa al noroeste de Borbón, y me llevaron en helicóptero hasta
Calderón".
"Pasé una noche horrenda, porque se te aparece la vida.
Te preguntás lo que podría haber pasado, pensaba en mis hijos, en mi señora,
que estaba embarazada de mi hijo Damián, que hoy tiene 35 años. Empecé a hacer
un pantallazo de toda mi vida. Gracias a Dios estaba con dos soldados que
estuvieron conmigo toda la noche. Cuando me fui, al día siguiente, a uno le
dejé mi rosario y al otro el pañuelo distintivo de mi escuadrón".
Los regresos
Al día siguiente, subieron al primer teniente Perona a una
camilla y después a un avión de la marina que había ido a llevar logística a
Puerto Calderón. Lo trasladaron a Río Grande, después a Ezeiza y de ahí al
Hospital Aeronáutico. "Se me había terminado la guerra el primer día. Al
menos físicamente".
Le pusieron dos yesos y estaba casi inmovilizado, pero
después de unos días sentía que ya no podía estar en su casa.
"Un día mi viejo me dice que me quería sacar, para que
pensara en otra cosa. Fuimos a una parrilla muy linda que estaba en General Paz
y Beiró. Ahí había un televisor y empiezan a pasar un partido de futbol,
Argentina no se qué, en España. Ahí le dije a mi papá: 'Vamos, viejo, porque
voy a hacer un destrozo'. Había gente que se estaba muriendo. No digo que tiene
que pararse el país, pero sí hay cosas que tienen que acompañar determinadas
situaciones".
A mediados de mayo empezaron a multiplicarse las noticias de
que había muertos en combate y el primer teniente Perona volvió al centro de
operaciones. Después de insistir, aceptaron llevarlo. Pero cuando llegó lo
echaron por su condición y debió regresar a Buenos Aires. Recién volvió a estar
operativo en octubre del 82.
García Cuerva
"Cuando llegué a Buenos Aires me enteré en el Hospital
que las fuerzas propias habían derribado al capitán García Cuervo en Puerto
Argentino. En la historia bélica es prácticamente una constante, un diez por
ciento de las bajas propias la produce la propia tropa.
Capitán Gustavo García Cuerva caído en Malvinas el 1 de mayo de 1982 |
Cuando nos separamos en el aire, el capitán García Cuerva se
fue a Puerto Argentino a tratar de aterrizar. Quería hacer lo que habíamos
planificado antes de la misión: cargar combustible y volver al continente para
seguir cumpliendo misiones. Pero lo derribaron a la altura de Puerto Argentino
y cayó al sur de la pista, en el mar. No pudo eyectarse; y cayó junto con su
avión en una bahía. Hoy en día, todavía lo estamos buscando. Hay una movida
bastante importante entre los veteranos argentinos e ingleses, para tratar de
encontrar los restos de los hombres que han peleado en este conflico
enfrentados; ellos como nosotros reconocemos en el enemigo al verdadero
guerrero, lo respetamos y rendimos los honores al combatiente caído en
acción".
La guerra
"El militar es el que sabe lo que significa la guerra.
Y el militar es el que no quiere la guerra. La guerra desdibuja todo aquello
que mantiene al hombre como ser racional. Los límites se van a otros lados. Por
eso no hay que ir nunca más a una guerra, que no es lo mismo que no estar
preparados para defender a la Patria", dice Carlos Perona.
Tiene varias condecoraciones, entre ellas, la de herido en
combate, entregada por el Congreso Nacional. Pero Perona dice que poco le
interesan esos reconocimientos. "Lo único que me importa saber, como
decimos los cazadores, es que fui probado en combate, fiel a mi jura sagrada al
pabellón nacional. Y saber que debemos nuestro reconocimiento a los 649
hermanos malvineros que han ofrendado su vida por este País. Esa es la parte
importante de todo esto".
Estos pilotos que dieron su vida por la patria fueron olvidados por una población ignorante que no sabe cual es su propósito nacional. Mientras tanto los políticos corruptos siguen de joda, robando todo lo que pueden. Y la población solo mira, como ovejas perdidas, sin metas ni objetivos. Que triste ver la caida de un país que pudo ser potencia.
ResponderBorrar