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sábado, 30 de abril de 2016

Los tres pilotos tucumanos que mostraron su coraje en Malvinas

De izq a der.  teniente Cervera, capitán Zelaya, capitán Varela
Tres pilotos tucumanos mostraron su coraje en Malvinas

El 13 de junio de 1982 el comodoro (r), Antonio “El Tony” Zelaya, 57 años; el capitán (r) Carlos “El Trucha” Varela, 59, y el capitán (r) Luis “El Tucu” Cervera, 53, partieron desde la base de San Julián para atacar objetivos terrestres en el monte Dos Hermanas, en la isla Soledad. Fue esta la última misión de los tucumanos en la guerra de las Malvinas, ya que al día siguiente el Ejército argentino firmaba la rendición.

“Nos tiraron con todo”, recordó Varela, en Tucumán. Aseguró que, de las siete misiones que participó, esa fue la más difícil. El estuvo al frente de la escuadrilla “Chispa”, mientras que el capitán Zelaya dirigió a la “Nene”. Durante la recarga de combustible, en el aire, el avión de Zelaya chupó combustible, se recalentó la turbina y tuvo que regresar. Cervera asumió como jefe y se puso detrás del grupo de Varela. Sólo siete aviones siguieron en vuelo rasante sobre el mar, una táctica que siempre sorprendió a las tropas inglesas.


Varela precisó que cuando llegó a la isla, subió por una lomada y se encontró de frente, en la cima, con un soldado inglés a quien casi le arrancó la cabeza con el avión. Comentó que cuando se repuso del encontronazo, vio al frente cientos de soldados, transportes pesados y helicópteros.

“El comandante Jeremy Moore (quien estuvo al frente de las tropas inglesas en Malvinas) dijo en un reportaje a la revista ‘Siete Días’ que esa fue la jornada en la que más miedo tuvo, porque lo atacaron siete Mirage. “Se equivocó, porque éramos siete A4B”, aclaró con orgullo “El Trucha”.

Varela precisó que, al ver las tropas inglesas, aceleró a fondo y ordenó tirar las 12 bombas. El tucumano remarcó que en su huida disparó con sus cañones a los helicópteros y a todo lo que se le cruzó en el camino. “Hasta que alguien me gritó: ‘¡Chispa uno... eyección!’”, dijo con vos firme. Uno de los pilotos vio cómo un misil se dirigía al avión de Varela y a los gritos le pidió que se eyectara para no sufrir el inminente impacto.

“Sentí el sacudón y solté los tanques de combustible. El avión comenzó a temblar y la temperatura de las turbinas llegó al máximo”, detalló. “Bajé la potencia, logré reducir la temperatura y dejé la isla en vuelo rasante para evitar los Sea Harrier”, señaló.

Precisó que cuando quiso ascender, el avión comenzó a temblar. “En ese momento pensé en eyectarme en tierra. Entonces bajé la potencia un 2%, que es demasiado para estos aviones, y me alejé de la isla”, confesó.


Detrás de la escuadrilla de Varela venía Cervera con dos aviones más. “El Tucu” recibió a LA GACETA en su casa de Banfield, en el sur del Gran Buenos Aires, y relató su experiencia de aquel día. Recordó que divisó un número mayor de tropas y ordenó a sus pilotos que descargaran todo el material explosivo, luego de lo cual dejaron atrás un campo envuelto en fuego y humo. En la huida, precisó, se encontró de frente con un helicóptero Sea King y le disparó con los cañones. El militar destacó que nunca olvidará ese momento porque pudo ver hasta el casco celeste del piloto inglés. Cervera guarda el mejor de los recuerdos del alférez Guillermo Dellepiane, porque le salvó la vida.“‘Guarda Tucu, un misil por la derecha... por la derecha’, me gritó ‘El Piano’ -era el apodo del alférez–. Giré 90 grados y eyecté los tanques suplementarios, viré hacia la derecha y vi pasar al misil”.


Pero la tensión no se disipó. “Cuando tomé rumbo a San Julián, me encontré de frente con una fragata”, contó con la misma sorpresa de hace 25 años. “Dije: ‘ahora sí me la dan’. Porque no tenía ni una piedra para disparar”. Y se jugó a su suerte. “Empecé a virar cuando estaba a unos 100 metros. Miré de reojo por los espejos retrovisores esperando que me lanzara el misil. Y... no me tiró”, contó con la misma alegría de aquel momento.

El 13 de junio, los nervios no tuvieron paz. Dellepiane avisó que tenía poco combustible, porque un proyectil ihabía impactado en el tanque, que comenzó a derramar combustible a chorros. Preguntó a sus compañeros qué hacer: eyectarse o buscar el reabastecedor. “Yo le dije, porque era un gran amigo, ‘Piano’ encomendate a Dios y decidí vos qué querés hacer’”, comentó Cervera.

“El Trucha” Varela recordó que ordenó silencio y como el oficial más veterano le dijo a “El Piano”que él ya sabía lo que se debe hacer en esta situación. El joven piloto tomó la decisión de buscar el Hércules.

“‘¡Tengo 100 libras, la puta que los parió... dónde está el Hércules!’, gritó por radio”, relató Cervera. “Le respondí: ‘¡quedáte tranquilo pendejo que llegás!’ Hasta que dijo que tenía cero combustible y, entonces, se produjo un silencio aterrador”.

Cervera contó que, en ese instante, Dellepiane divisó al Hércules y se lanzó en picada para insertar su caña a la manguera. “‘¡Enganché ‘Tucu’, enganché, la puta madre!’, me dijo por radio. ‘¡Bien pendejo!’, le respondí con una alegría inmensa”, destacó con la misma emoción. Llegaron a San Julián con el último aliento. Cervera lo hizo con cero combustible; “El Piano” colgado del Hércules; al capitán Varela el motor del avión se le clavó y aterrizó en una arriesgada maniobra. “Vinieron todos hechos mierda, pero vivos”, destacó “El Trucha” con la misma satisfacción de aquel 13 de junio. LA GACETA (C)

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