Ataques aéreos a la HMS Avenger y el HMS Fearless
Cuatro A-4C Skyhawk, indicativo "Toro", armados
con bombas retardadas por paracaídas. Tripulación: Capitán Jorge García
(C-304), Ten Ricardo Lucero (C-319), Ten Daniel Paredi (C-312), Alférez Gerardo
Isaac (C-302).
Con tres bombas Mk-82 BRP en cada A-4C. Los halcones
ascienden en el cielo de nubosidad fragmentada y con una visibilidad
relativamente buena. Van en busca de Berlín que se haya en espera sobre el
Meridiano 65° Oeste, al que alcanzan a las 11:45.
Con los los tanques tras la difícil tarea de empupar, los
cuatro A-4C dejan atrás a la venerable KC-130 reabastecedor ó ¨La Chancha¨, que les ha dado de mamar, y
descienden al ras de las olas 40 millas antes del blanco para iniciar la pierna
final de aproximación al archipiélago.
Al bajar, la alfombra azul oscuro comienza a mostrar las
crestas de un mar picado; sobre las cabezas un cielo hermoso.
Verificar panel de armamento, flujómetro de combustible,
tacómetro sin oscilaciones. Las siluetas verde y gris se confunden con los
penachos de espuma de las olas que chocan contra los primeros peñascos,
preludio de la Gran Malvina. Van bordeando la margen norte de Bahía 9 de Julio,
con rumbo 1-0-5° y ven, sobre la cima de los montes, como se enredan
deshilachadas nubes estratiformes, que son el resabio de la neblina matinal que
se ha levantado.
Por fin el Estrecho. Están seguros de no haber sido
detectados, o al menos es preferible pensar eso porque de todas formas no
pueden saberlo.
Ya sobre la isla Soledad, viraje por izquierda para rumbo
3-5-0°, formación cerrada con 50 metros de separación entre las aeronaves.
Lucero mira por última vez su instrumental y ve que faltan cuarenta segundos
para el blanco.
Ascienden para superar la última elevación del terreno, tras
la cual se encuentra el objetivo y al saltar la cima se presenta ante ellos el
gran espectáculo.
Ese segundo luego que el velo fuera corrido, el lapso entre
el silencio de radio mantenido durante todo el vuelo y la orden dada por el
jefe de escuadrilla, el instante en el que las imágenes se agolpan y ordenan a
velocidad espeluznante en la mente del piloto. 500 pies sobre el terreno, 340
nudos, panel de armamento conectado, el dedo en el disparador, el chorro de
adrenalina que fluye por todo el cuerpo, y cada bocanada de aire que llena los
pulmones, y el cielo, y el mar y que pequeños que son entre tantas naves, y todo
va a estallar ahora, y a dónde va el jefe, y donde voy yo.
Media docena de buques se encuentran en la bahía
desperdigados caprichosamente.
El reloj da las 12:25.
-¡Ahí están, al frente!... ¡Vamos!-
Grita García y los A-4C se pegan a la superficie y descienden
por la ladera hasta caer sobre las aguas.
Lucero sigue al líder a su lado y ve una fragata a la
derecha, con su proa amenazante apuntando hacia él. Un taconazo al pedal y
desliza para poder centrarlo en su mira. Cuidado con el agua, un poco de
inclinación de más y los planos tocarían la superficie, desintegrándose en un
segundo.
Hunde el disparador, apenas unos disparos y los cañones se
traban. Como si hubiera soltado el gancho de una caja de Pandora, la fragata
abre fuego y al momento la bahía se llena de destellos y explosiones.
En la costa, los Royal Marines se incorporan y observan
detenidamente lo que está por ocurrir. Un grupo de periodistas de la BBC que se
encuentra allí, se afana en montar su cámara para poder seguir la evolución de
los hechos. A la distancia el silbido de las turbinas llega tardío, ven las
cuatro siluetas que se deslizan entre los buques y el valle entero revienta en
explosiones y fuegos artificiales.
La dotación de un emplazamiento de misiles Rapier se alista
velozmente. Las dos flechas que apuntaban hacia abajo se elevan y comienzan a
oscilar, cuando el apuntador busca adquirir un blanco. Señal sonora, hay enganche.
-Target Locked... ¡Fire!-
Los dos misíles parten con un rugido de trueno y se suman al
fuego de las naves.
Sistema de misiles británico Rapier |
Trozos de lo que
fuera el radome pasan volando a los lados de la cabina y la brusca sacudida
aumenta con cada fracción de segundo.
Los otros tres ya se alejan en espantada, balanceándose
entre los busques y buscando la brecha para salir fuera del alcance del
enemigo, seguidos de cerca por surtidores de espuma que marca su rumbo en el
alejamiento, todos los cañones parecen apuntarles. Se alejan de Lucero pese a
que éste trae potencia aplicada al máximo.
-¡Me la pegaron, me la pegaron Jefe!-
Inútil, pues el VHF se ha resentido con el impacto y no
emite, no hay manera que García sepa que pasa con su numeral.
Las agujas del altímetro comienzan a trajinar marcando un
perezoso descenso, el horizonte ladeado y manteniéndose recto a duras penas con
la palanca toda atrás y a la derecha.
-...Esto es un flan...-
Es la mejor descripción de lo que sus comandos son ahora.
Humo en la cabina, el motor tironea como dudando el entregar
potencia y el tacómetro pendulea tenebrosamente. Y esas vibraciones...
-...Se me van a soltar todos los alabes...-
El velocímetro marca una velocidad excesiva para la eyección
segura, pero no hay opción. Aspira profundo, contrae cada músculo, aprieta la
mandíbula, cierra los ojos y lleva las manos a la manija de eyección sobre su
cabeza.
-...Chau amigazo de fierro...-
La presión del aire que inunda la cabina, el ruido y el
cohete del asiento que se enciende y una sensación de estar girando dentro de
un lavarropas.
-...No funcionó... Esto se la está pegando y yo me estoy
muriendo...-
El Skyhawk envuelto en humo cae y se estrella en el agua y
el silencio reina.
-...No hay dolor... Gracias Dios y decile a los míos que me
perdonen...-
Sacudón, golpe de viento helado y ruido otra vez lo obligan
a abrir los ojos y se da cuenta que está vivo, colgando del velamen del
paracaídas que lo sostiene a menos de cien metros del agua.
Adiós paz y silencio, otra vez dentro del caldero, con el
rugir del fuego antiaéreo y cayendo entre los buques, de los cuales el viento
trae gritos y ordenes en lengua sajona.
La Avenger y la Fearless sangran sus heridas recién
recibidas.
Sumergido en el agua. Con esfuerzo lucha por emerger y las
aguas heladas comienzan a carcomerlo. Alcanza la superficie justo cuando la
reserva de oxigeno se acaba y se desprende la mascarilla. Con las manos
congeladas al primer contacto con el aire intenta inflar el chaleco y la balsa
aunque sólo consigue lo primero.
-...Morir ahogado... Eso si que no...-
Lucero clama por ayuda pero su grito es absorbido por el
entorno y siente que no es escuchado, para peor el grito se lleva su aliento y
el frío que le contrae los pulmones no lo deja volver a recuperarlo.
Lucero sanaría sus heridas y volvería al continente, a sus
hermanos del Escuadrón, mas no a casa, pues nunca salió de ella realmente.(*)
Los tres Toros restantes se alejan hacia el noroeste
buscando las aguas abiertas de la boca norte del Estrecho de San Carlos. En
principio separados, el jefe comienza a llamarlos pero solo Isaac y Paredi
responden. A García lo escuchan pero no lo ven. De a poco se van reagrupando y
entonces notan la ausencia de Lucero.
García, que iba algo más adelante del resto sale por
frecuencia e informa:
-¡Tengo la luz de hidráulica de utilidad prendida... pero no
importa, tengo el avión controlado, sigamos adelante!.-
La Coventry vuelve a entrar en conmoción, cuando el operador
confirma tener un eco a la vista. Confirman libre de PAC la zona, no es propio
el eco. A la salida, individual, bajo fuego antiaéreo, el capitán Jorge García,
informó que tenía problemas hidráulicos.
El trueno vuelve a rugir sobre la cubierta a proa del buque
y las estelas blancas marcan la trayectoria de los misiles que van en busca de
su destino final. Cuando el capitán García iba en ascenso, debido a sus averías
fue derribado por un misil Sea Dart del HMS Coventry (**). Eyectándose satifactoriamente, no fue
rescatado. El avión cayó entre Goose Green y Rincón del Picaso.
El cuerpo del capitán García fue encontrado en una playa de
la Isla Golding en 1983.
Mientras tanto Isaac y Paredi no volvieron a escuchar a
García y tuvieron que seguir adelante. Ya sobre el norte de la Gran Malvina, el
vuelo comienza a ser tenso por otro motivo, el combustible. Isaac observa su
indicador y le restan 1500 libras, deben llegar a ¨la chancha¨.
En el instante en que Paredi es rebasado por Isaac le nota
una cinta de color blanco que se desprende del plano izquierdo.
-Estás pinchado Turca.-
Le indica Paredi llamándolo por su indicativo y eso inquieta
a más a Isaac.
El enlace radial con Berlín se produce cuando aún median 120
millas entre ambos.
-1200... No voy a llegar...-
-Turca a Berlín.-
-Adelante para Berlín.-
-Venga a mí jefe porque no me da el jugo.-
El contacto visual a 15 millas de distancia y con apenas 500
libras de remanente en los tanques, emociona al piloto que corre al mejor
empupe de su carrera. El Hércules lo lleva así, hasta dejarlo en la final de
pista .Arribaron a San Julián a las 14:30 hs.
(*) El héroe de Malvinas Ricardo ¨Tom¨ Lucero moriría, en el año 2010, al estrellarse el avión que pilotaba mientras fumigaba campos en la provincia de Córdoba.
(**) El destructor británico HMS Coventry sería hundido horas más tarde, del 25 de mayo, fecha patria de Argentina, por una sección de A4-B de la Fuerza Aérea Argentina al mando del 1 teniente Velasco.
(*) El héroe de Malvinas Ricardo ¨Tom¨ Lucero moriría, en el año 2010, al estrellarse el avión que pilotaba mientras fumigaba campos en la provincia de Córdoba.
De lo mejor que leí como historia de la batalla aérea en Malvinas. Te transporta al momento!. No está firmado (al menos, no encontré yo el nombre) y es del 2015...pero igual quisiera felicitar al autor...Yo no me olvido
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