Los Boeing 707 en la Guerra de Malvinas
A mediados de Enero de 1982 el Brigadier Mayor Sigfrido
Plessl, comandante de Instrucción y el Comodoro Knuk Andreasen, Jefe de Planes
y Programas del Comando de Operaciones Aéreas, fueron citados al Estado Mayor
del Comando de Operaciones Navales en Puerto Belgrano. Allí formalmente la
Fuerza Aérea es informada sobre los planes de recuperación de las Islas
Malvinas. Ambos oficiales pasarían a integrar una comisión de trabajo
conformada junto con dos oficiales por la Armada y por Ejército cuya función
sería delinear una operación militar para recuperar las islas la cual se
ejecutaría el día 15 de Mayo de 1982. Fue el propio vicealmirante Lombardo –por
entonces comandante de operaciones navales- quien brindó los detalles del caso
y ante el requerimiento de uno de los oficiales de la Fuerza Aérea, desestimó
por completo cualquier tipo de reacción militar por parte del Reino Unido.
La respuesta de Lombardo no los convenció, intuían que no sería así y daban por hecho
que Londres reaccionaría militarmente ante la recuperación argentina de las
islas. Así lo transmitieron a sus superiores quienes coincidieron con la
apreciación. A partir de entonces la Fuerza Aérea fue la única de las tres
armas que de inmediato comenzó a prepararse para un conflicto bélico con el
Reino Unido que consideraban como inevitable ante la recuperación militar de
las Malvinas.
El Alistamiento
De modo paralelo a los preparativos destinados a la
recuperación de las Islas Malvinas, la Fuerza Aérea inició la planificación de
una movilización a gran escala previendo una casi segura respuesta militar por
parte del Reino Unido. Los primeros análisis determinaron que sería la Royal
Navy la fuerza que Londres enviaría, la cual asumiría el grueso de las
operaciones por cuanto contaba con medios aéreos, de superficie, antisubmarinos y disponía de capacidad para realizar un asalto anfibio de gran envergadura. Se estimó que el plan de acción inglés estaría centrado en obtener el dominio del mar y del aire para luego realizar un desembarco. No había muchas dudas que la mayoría de las posibles
acciones de combate se desarrollarían en torno a las Islas Malvinas, hecho que
se traducía en la ejecución de operaciones aeromarítimas, operaciones para la
cual la Fuerza Aérea carecía de equipamiento, experiencia y doctrina por ser ello
responsabilidad primaria de la Armada Argentina.
Se consideró que la mayoría de las operaciones aéreas se
centrarían en tres tipos de misiones: transporte, defensa aérea y ataque a
objetivos navales. Para los dos primeros tipos de misiones se consideraba en
principio que existía equipamiento y experiencia acorde a la hipótesis
planteada, aunque se asumía que los Mirage estarían muy limitados en sus
operaciones por falta de autonomía. Pero eran las misiones de ataque a
objetivos navales las que más incertidumbre generaban por carecer la Fuerza de
material y entrenamiento adecuado para tal función. Antes de planificar una
misión había que conocer el blanco y la posición que el mismo tendría al
momento de ejecutarse el ataque. Pero para que ello fuera factible se requería
disponer de una aeronave especialmente equipada que realizara la detección del
posible blanco, su identificación y que fijara su ubicación, curso y velocidad. Sólo así se podría estimar la posición del blanco y hacia allí enviar las unidades de ataque. La precisión de la información aportada a las escuadrillas debía ser máxima por cuando los A-4B/C Skyhawk ni los M-V Dagger contaban con radares que le permitieran detectar y
localizar los blancos.Así los pilotosllegarían hasta el blanco gracias a una precisa navegación y su buena vista. Además para funciones de inteligencia resultaba vital conocer los distintos desplazamientos que realizarían el enemigo y la composición de los mismos para así estimar sus intenciones. Todo ello en un escenario de importantes
dimensiones lo que suponía contar entonces con aeronaves de gran autonomía.
La ausencia de una aeronave con éstas características llevó
a que el Comandante de Operaciones Aéreas, Brigadier Mayor Hellmut Weber
solicitara al departamento Planes que se evaluaran todas las alternativas posibles para satisfacer esta necesidad como otras más que habían sido detectadas en los distintos análisis realizados. Para el 15 de Mayo aún faltaban algo más de tres meses pero para los “tiempos aeronáuticos” dicho plazo era casi inexistente, por lo cual se descartó la posibilidad de adquirir aeronaves de exploración marítima ya que el mercado era muy reducido y no había tiempo suficiente para cursar el pedido de una aeronave como de su equipamiento electrónico. En consecuencia se decidió evaluar la posibilidad de equipar con radares de búsqueda marítima a alguno de los modelos existentes con mayor autonomía. Al respecto algunas versiones sostienen que se cursó un pedido de radares pero que
el fabricante nunca los entregó supuestamente por presiones británicas ya que
de cierto modo la inteligencia inglesa estaba al tanto de una posible acción
militar por parte de Argentina contra las Islas Malvinas (*).
El Canberra Pelícano
Tal como había previsto inicialmente la Fuerza Aérea, el
Reino Unido sí reaccionó y dispuso el inmediato envío de una fuerza de tareas
cuyo núcleo principal partió el día 5 de Abril. Pero al adelantarse los hechos
los Canberra lejos estaban de contar con el radar lo que obligó a tener que
recurrir a los Boeing 707 como medida extrema ya que si bien los C-130 Hércules
contaban con suficiente autonomía para las misiones de exploración, su
afectación a las operaciones de transporte sería total. No fue hasta el día 16
de Abril que el primer Canberra a ser modificado (el B-101) llegó al Área
Material Río IV siendo desplegado a Trelew el 24 de Abril.
Debido a la premura existente no se habían completado todas
las pruebas y evaluaciones necesarias para operar con el radar habiéndose
detectado en un principio algunos inconvenientes de importante. El carenado de
la antena del radar montado en la proa, generaba una inestabilidad aerodinámica
que se manifestaba en la tendencia del avión en girar sobre su eje longitudinal
y virar hacia la derecha. Este inconveniente obligó que se realizaran varios
vuelos de prueba desde Trelew verificándose que tanto en las operaciones de
despegue como de aterrizaje se requería de una velocidad adicional de 10 nudos.
Por tal motivo no fue hasta el 15 de Mayo cuando el B-101
realizó su primer misión de exploración y reconocimiento con el indicativo
“Krill”, repitiendo el mismo tipo de misión los días 17, 20, 21 y 25 de Mayo.
Sin embargo los resultados no fueron destacados ya que para entonces las
acciones habían demostrado que el Canberra no era el modelo más apto para
realizar misiones antibuque y debido a la evolución del conflicto, el B-101
nunca más realizó una misión de exploración y reconocimiento siendo asignado a
misiones de ataque nocturno junto con el resto de la flota de Canberras, hasta
que en la misión del 5 de Junio durante una maniobra evasiva sufrió la plantada
de uno de sus motores y aunque pudo llegar hasta la base, la inestabilidad
aerodinámica generada por el carenado del radar le jugó una mala pasada y
realizó un aterrizaje duro que provocó algunos daños en la aeronave.
Aunque finalizado el conflicto se decidió continuar con el
programa Pelícano, siendo modificados el B-104 y el B-107, ambos ejemplares
sufrieron accidentes productos de la inestabilidad generada por el carenado por
tal razón se decidió dar por concluido el programa cuando el B-102 ya se encontraba en la fase
de modificación.
Los Boeing 707 entran en escena
Con la flota inglesa en camino hacia el Atlántico Sur la
única alternativa de la Fuerza Aérea fue recurrir a los Boeing 707, los cuales
si bien carecían de equipamiento apto para la detección naval al menos tenían
la autonomía suficiente como para salir a buscar a la flota inglesa. Para
principios de 1982 el V Escuadrón de la I Brigada Aérea de El Palomar tenía
asignados tres Boeing 707: el TC-91 incorporado en 1975 como avión presidencial
y luego transferido a la Fuerza Aérea; el TC-92 incorporado en 1979 procedente
de Aerolíneas Argentinas y el TC-93 –también proveniente de Aerolíneas- y que
había sido incorporado en Enero de 1982. La unidad estaba integrada por unos 15
pilotos los cuales se encontraban en su último destino operativo, casi todos
con el grado de Vicecomodoro, sumando una basta experiencia. Completaban la
dotación otros 40 miembros que incluían navegantes, mecánicos y auxiliares de
carga.
La actividad del escuadrón era normal aunque en los primeros
meses del año se apreció un ligero incremento de vuelos al exterior,
principalmente a Europa en busca de equipamiento y material militar. España,
Francia, Italia, Alemania e incluso el Reino Unido eran destinos habituales. En
tal sentido los registros indican que el 8 de Enero el TC-93 operó en la base
inglesa de Standset, lugar donde habitualmente las empresas de defensa
británica entregan material militar. En la misma base operó el TC-91 entre los
días 27 y 29 de Enero. Este destino se repitió el 24 de Marzo cuando operaron de
modo simultáneo el TC-91 y TC-93 partiendo al día siguiente a tan solo una
semana de la recuperación de las Malvinas. Aunque para entonces ya existían
fuertes indicios de una inminente acción militar argentina en Malvinas, la
operatoria de ambas aeronaves fue normal, cargando material militar sin ningún
inconveniente. Se estima que el gobierno inglés no puso reparo alguno para ésta
operación de modo de no revelar que estaba en conocimiento de los hechos que se
avecinaban.
Boeing 707 TC-91 de la Fuerza Aérea Argentina. La primer aeronave en avistar a la flota británica camino a Malvinas |
Boeing 707 TC-92 de la Fuerza Aérea Argentina |
Los puntos débiles del 707 eran varios al momento de cumplir
misiones de exploración y reconocimiento lejano. Por lo pronto carecía de un
radar adecuado para éste tipo de misiones y su gran tamaño lo convertían en un
avión muy poco discreto frente a los radares de vigilancia aérea. La ausencia
de un sistema de alerta radar como de equipos defensivos frente a misiles lo
dejaban completamente vulnerable a cualquier intento de derribo por parte del
enemigo, y si bien la capacidad y pericia de sus tripulaciones sirvieron para
suplir muchas de sus deficiencias, seguía siendo un enorme cuatrimotor de más
de 100 toneladas jugando un juego bastante peligroso, sobre el mar y a miles de
kilómetros de la costa. El margen de error era prácticamente inexistente.
El Bendix disponía de
tres modos operativos: para detección meteorológica de gran alcance (NORM), el
modo contorno que permitía observar la composición interna de una nube (CTR) y
el modo mapeo (MAP) en el cual la antena se orientaba hacia debajo de la senda
de vuelo y era capaz de detectar blancos sobre la superficie del mar con
bastante precisión. Con un ángulo de barrido de 120 grados, el radar contaba
con algunas características que incrementaban su capacidad de detección de
blancos navales tal como la posibilidad de incrementar el escaneo en un área
determinada (a izquierda, a derecha o al frente de la aeronave) como así
también incrementar o disminuir la potencia de la señal emitida. La pantalla de
presentación del radar era monocroma y se encontraba en la consola central del
panel de instrumentos, entre ambos inerciales.
La presentación de imágenes podía ajustarse en tres escalas (50, 150 y
300 millas).
Todo ello lo lograron 15 pilotos, 4 navegadores, 11 mecánicos
y 11 auxiliares de carga que, no eran exploradores sino simples
“transporteros”.
Boeing 707 TC-93 de la Fuerza Aérea Argentina |
El único medio de detección especifico de blancos navales
era el radar meteorológico Bendix, que era equipamiento de serie en los tres
Boeing y que resultó ser un elemento imprescindible para las misiones de
exploración y reconocimiento. Este radar tenía un alcance máximo de detección
meteorológica de 240 millas náuticas, presentando información sobre áreas de
tormenta y precipitaciones aunque también había demostrado que volando sobre el
mar en el modo mapeo era capaz de detectar barcos debido a su gran masa reflectante.
Submarino británico clase Oberon en superficie fotografíado por el TC -92 |
El radar permitía entonces la detección de blancos a
distancias de 180/200 km pero por tratarse de un radar meteorológico no
brindaba datos del blanco en cuanto a su velocidad o curso como así tampoco
permitía su identificación. La misma se obtenía de modo visual obligando al
Boeing a realizar un descenso hasta una altitud de 600/500 metros y aproximarse
al objetivo hasta que el mismo quedara dentro del alcance visual de los
tripulantes. Esta maniobra implicaba un riesgo considerable a cuenta que la
firma radar de un 707 era enorme y era fácilmente adquirido por los radares de
tiro de los sistemas antiaéreos de la Royal Navy. A esa altitud no había muchas
posibilidades de realizar maniobras evasivas o intentar esquivar un misil, los
44 metros de envergadura y las 100 toneladas de peso no lo hacían muy dócil a
tan baja altitud. ( Leer¨El Boeing 707 que eludió misiles británicos en la Guerra de Malvinas¨ )
Portaviones británico HMS Invencible, sobrevolado por el TC-91 el 21 de abril de 1982 |
Para tener una noción sobre las características del radar y
su poder de emisión los manuales
recomendaban que durante la prueba en tierra no debía dirigirse la antena
contra grandes objetos metálicos, camiones de reaprovisionamiento de
combustible o cualquier objeto que en su interior contuviera líquidos o gases
inflamables. Y aunque el manual no lo mencionaba, tampoco era recomendable para
el personal de tierra situarse en las proximidades de la proa del avión
mientras se efectuaba la prueba del radar, ya que los altos niveles de emisión
eran altamente nocivos para los seres humanos.
Una vital “luz verde”
Nadie sabe a ciencia cierta cuál fue el motivo por el cual
los fabricantes de transponder incorporaron una luz que se encendía cada vez
que el transponder del avión respondía a la interrogación que le efectuaba un
radar de control de tráfico aéreo, pero lo cierto es que ése dispositivo fue de
una ayuda valiosa tanto para las tripulaciones de los 707 como de los C-130
Hércules, ya que esa luz funcionaba como un sistema muy básico de alerta radar
que les indicaba cuando estaban siendo detectados por un radar. Obviamente que
desconocían de qué modelo de radar se trataba, ni cual era su dirección o la
distancia, pero era al menos un elemento vital que les ayudó y mucho en
misiones de exploración.
Sin embargo ésta ayuda tenía también su contra: había que
mantener encendido el transponer y así cualquier radar de vigilancia podía
identificar a los Boeing a distancias considerables. Rápidamente se evaluó que
el beneficio era mayor que el riesgo y por tal motivo en todas las misiones de
exploración realizadas el transponder estuvo encendido.
A medida que se iba acumulando experiencia se descubrió que
según el tipo o intensidad del destello se podía deducir que se trataba de una
simple detección o de una adquisición. A su vez también comenzó a ser utilizada
para escapar o salir de los lóbulos de cobertura de los radares. Así cuando
destellaba la luz se realizaba un ligero descenso hasta que la luz se apagaba,
lo cual indicaba que el enorme 707 ya no era detectado por el radar. Esta
técnica resultó muy efectiva ya que permitía un mayor acercamiento a las
unidades navales y le otorgaba al Boeing una mínima furtividad en una tarea tan
delicada y peligrosa como la que estaban realizando.
Centro : radar Bendix, a ambos lados, sist. de navegación inercial debajo del inercial derecho, el transponder con su pequeña luz verde |
Misión Cumplida
Entre el 21 de Abril y el 14 de Junio los tres Boeing
realizaron un total de 61 misiones de exploración y reconocimiento lejano las
que insumieron 525:50 horas de vuelo. Su aporte fue de gran importancia y
lamentablemente parece haberse olvidado.
Sintetizar sus logros no es sencillo: detectaron el núcleo
de la flota en su camino hacia el Atlántico Sur, fueron los primeros en estar
frente a frente con los portaaviones Hermes e Invencible siendo interceptados
en varias oportunidades por Sea Harrier. Fueron el blanco de tres a cuatro
misiles antiaéreos Sea Dart y tuvieron un muy particular encuentro aire-aire
con un patrullero británico Nimrod. También detectaron varios submarinos e
incluso sobre uno de ellos realizaron un
sobrevuelo rasante histórico. Su accionar fue determinante en la detección y
seguimiento del que se convertiría en el hundimiento de mayor tonelaje del
conflicto: el petrolero liberiano Hércules.
Foto del B-707 TC-92 durante una de sus misiones ERL ,el 12 de May 1982, tomada desde un Nimrod MR.2 de la RAF |
Petrolero VLCC Hercules, rumbo a Rïo de Janeiro luego de ser atacado por el C-130 Hércules TC-68 y los Canberra de la Fuerza Aérea Argentina. Imagen tomada por un Boeing 707 el 9 de Junio. |
NOTA
buen dia , alguien tiene las rutas de vuelo de los boing 707 que llevaron soldados al sur despues de la recuperacion de las islas malvinas
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